Tarde o temprano, todos enfrentamos la pérdida de un ser querido, y lo cierto es que nadie está completamente preparado para el duelo. Aunque existen numerosos libros y consejos que pueden ser de gran ayuda, perder a alguien con quien hemos compartido momentos importantes y que consideramos esencial en nuestra vida siempre será un golpe devastador.
Sabemos que en algún momento tendremos que despedirnos de quienes apreciamos, pero nunca estamos realmente preparados para ello. Cuando ese momento llega, se inicia un proceso que para muchas personas puede durar años o incluso toda una vida. Este duelo, cuya duración puede variar, conlleva emociones intensas como la angustia, tristeza, ira, ansiedad por separación, confusión, anhelo, obsesión con el pasado y miedo al futuro. En casos de duelo intenso, puede llevar al abandono personal, afectación del sistema inmunológico e incluso pensamientos suicidas.
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Nadie desea pasar por una situación así, pero aceptar ese momento como algo necesario es el primer paso para poder adaptarnos a la pérdida y continuar con nuestras vidas. Evitar las emociones negativas, como la tristeza o la depresión, puede llevar a revivir el duelo en el futuro.
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«La función del duelo es permitirnos cerrar un capítulo de nuestra vida, asimilar la pérdida y orientarnos hacia una nueva etapa», afirma la psicóloga Laura Fuster. El duelo es una «respuesta psicológica adaptativa», por lo que es tanto normal como necesario. «Muchas personas se sienten incómodas con las emociones que surgen en este momento y desean superarlo rápidamente, pero esto sería un error ya que adaptarse a una nueva realidad siempre requiere tiempo», enfatiza la experta. Por lo tanto, cuando enfrentemos este difícil momento, lo primero que debemos hacer es aceptar el duelo y no huir de él.
No hay que apresurarse a superar el duelo. Xavier Savin, psicólogo y autor de ‘El último viaje’, resalta la importancia de reconocer nuestras emociones, ponerles nombre, encontrar su origen y tratar de darles sentido. «Cuando dejamos de luchar contra cómo nos hace sentir la pérdida, comenzamos a recuperar el control», afirma.
Savin explica que sentir tristeza por la pérdida de un ser querido es natural y no debemos sentirnos obligados a estar siempre felices. «Intentar forzar la felicidad en momentos de duelo nos lleva a sentirnos tristes y culpables al mismo tiempo, y esa es la trampa de la felicidad; nuestras ansias de ser felices pueden complicar aún más las cosas».
El experto, quien también ha enfrentado la pérdida de un ser querido, señala que «todo tiene su proceso y es beneficioso avanzar a medida que cada fase y su emoción principal van tomando sentido». Recomienda retomar poco a poco las actividades que solíamos disfrutar antes de la pérdida. «El final del duelo llegará cuando intentemos extraer alguna lección que nos aporte algo, aunque no debemos sentirnos mal si esto no sucede de inmediato», concluye.
La psicóloga Lorena Alonso Llácer, experta en mindfulness y autora de ‘Más allá del dolor de la pérdida’ (Vergara), subraya que el duelo puede manifestarse mucho tiempo después de la pérdida. Muchas personas llegan a consulta con problemas actuales de ansiedad o depresión, y la experta investiga los duelos previos y otras experiencias traumáticas de la infancia. «He observado que muchos de los síntomas actuales están vinculados a experiencias pasadas. Cuando profundizas, descubres que la persona volvió rápidamente a su rutina diaria sin tomarse un tiempo para reflexionar sobre la pérdida».
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Además, Alonso Llácer advierte que el duelo no se supera de un día para otro y que pueden surgir momentos difíciles a lo largo de la vida. Una canción o un lugar asociado a la persona fallecida pueden desencadenar estos momentos: «Siempre digo que el proceso del duelo es como ascender por una escalera de caracol, donde hay momentos de mayor intensidad de dolor. Por ejemplo, en Navidad. Lo importante es ver esto como parte del proceso y no como un retroceso. Es fundamental entender que esto es natural y refleja el amor que sentimos; cuando se ama a alguien, es normal que su pérdida duela. Habrá momentos en que parecerá imposible seguir adelante, pero en otros sí se podrá. Lo que perdura tras una pérdida es la añoranza por la ausencia, no necesariamente la tristeza».
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