La relación entre la mononucleosis infecciosa, comúnmente conocida como la «enfermedad del beso», y la esclerosis múltiple (EM) ha sido un tema de interés creciente en la indagación médica. Durante años, los científicos consideraron que aquellos afectados por el virus de Epstein-Barr, causante de la mononucleosis, podrían estar en mayor riesgo de desarrollar esclerosis múltiple.
La mononucleosis, también llamada enfermedad del beso, es transmitida a través de la saliva y presentando síntomas como fatiga, fiebre y dolores. En contraste, la esclerosis múltiple afecta el sistema nervioso, generando problemas diversos como debilidad, entumecimiento y problemas visuales.
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Un equipo de la Universidad de Harvard presentó pruebas contundentes de esta conexión. Esta revelación podría transformar la forma en que abordamos este padecimiento neurodegenerativo, aún sin cura.
La investigación, presentada en Science, se fundamentó en un minucioso análisis de los expedientes médicos de más de 10 millones de soldados de EE. UU. en las dos últimas décadas. Los científicos rastrearon la trayectoria médica de cada individuo e identificaron, por ejemplo, aquellos con esclerosis múltiple que se habían infectado previamente con el virus de Epstein-Barr.
La exploración de EBV revela que aquellos que han tenido esta afección viral parecen ser más propensos a desarrollar EM. Este descubrimiento es significativo, ya que sugiere que la prevención de la infección por EBV podría potencialmente prevenir la gran mayoría de los casos de EM. Sin embargo, establecer una relación causal precisa entre el virus y la enfermedad ha sido un desafío.
La mononucleosis, que afecta a una amplia gama de edades, aunque es más común en adolescentes, presenta síntomas como fatiga extrema, fiebre, dolor de garganta, inflamación de ganglios linfáticos y, en algunos casos, inflamación del bazo o hígado.
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El tratamiento actual para este mal es principalmente de apoyo, centrado en el descanso y el alivio de los síntomas.
Los científicos analizaron datos de personas con esclerosis múltiple, siendo una minoría entre los 10 millones estudiados (se estima que hay 3 millones en todo el mundo). De los 801 casos analizados, solo 1 no había tenido el virus de Epstein-Barr. Del 97% de los no infectados, al alistarse, se infectaron durante el estudio.
Confirmaron que el contagio por este virus aumenta 32 veces el riesgo de tener esclerosis múltiple.
El análisis indica que la infección por el virus de Epstein-Barr eleva significativamente las posibilidades de desarrollar esclerosis múltiple. Aunque casi todos contraen el virus, solo una minoría desarrolla la dolencia.
Los investigadores enfatizan que, aunque el virus no es el único riesgo, es el más evidente, ya que se encuentra en prácticamente todos los enfermos de esclerosis múltiple, aunque no en toda la población general.
Se destaca la importancia de la prevención y el tratamiento temprano de la mononucleosis como posibles estrategias para prevenir la aparición de la esclerosis múltiple.
Celeste Pérez Rodríguez
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