Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud es definida como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Por tanto, esta tiene implicaciones de carácter social y político de primer orden. De ahí que para los estados la garantía y la protección de la salud constituyen un compromiso permanente.
La salud es un derecho fundamental, vinculado a la posibilidad de disfrute de otros derechos básicos. Su garantía es un imperativo en el marco de la democracia, entendiendo que la oportunidad de disfrutar de una vida sana se asocia a la libertad de las personas para realizar un modo de vida que consideren valioso.
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De acuerdo con la OMS, la diplomacia de salud es un campo emergente que une las disciplinas de salud pública, asuntos internacionales, gestión, derecho y economía, con un enfoque en las negociaciones que impactan el entorno de políticas globales para la salud.
Desde un enfoque en la cooperación multilateral, el concepto de diplomacia sanitaria global también ha incluido iniciativas individuales o coordinadas de los estados destinadas a prevenir la propagación de enfermedades infecciosas en terceros países. Como un subconjunto creciente de la política exterior, la diplomacia de la salud se ha definido como una práctica que cumple con los “objetivos duales” de mejorar tanto la salud global como las relaciones internacionales, particularmente en áreas de conflicto y entornos de escasos recursos.
Durante las últimas décadas, hemos sido testigos de la intensificación de las interrelaciones entre la salud y otras áreas de los sectores sociales, políticos, económicos y ambientales, como el comercio, la propiedad intelectual, las finanzas, la bioseguridad o el cambio climático.
La covid-19 ha evidenciado una falta de coordinación en las esferas nacionales e internacionales para organizar de manera efectiva los recursos existentes para reducir los efectos de la crisis sanitaria. En tiempos de pandemia se ha denotado una imperativa para fortalecer y desarrollar temas asociados a la salud y las relaciones internacionales, para de esta forma trabajar soluciones conjuntas, estimulando la cooperación internacional en todos los ámbitos.
A medida que avanza la globalización, se hace evidente que los asuntos que alguna vez estuvieron confinados a la política nacional ahora son temas de impacto y preocupación global. Las pandemias, las enfermedades transmisibles emergentes y las amenazas de bioterrorismo se entienden claramente como amenazas directas a la seguridad nacional y mundial.
En este contexto, la diplomacia de salud representa un foro importante para las negociaciones sobre cuestiones de política internacional, que dan forma e influyen en el entorno mundial para la salud. Los principales objetivos de la diplomacia en salud son:
Este fenómeno de interrelaciones se refleja a nivel nacional y en el escenario global, e impone la necesidad de emprender acciones coordinadas, articuladas y negociadas. En la diplomacia del siglo XIX se produjeron negociaciones que asociaban enfermedades infecciosas y comercio y, con el correr de los años, la salud y las relaciones internacionales se han entrelazado cada vez más.
Actualmente, es imperativo aunar esfuerzos para enfrentar la crisis y, al mismo tiempo, diseñar mecanismos en el marco del multilateralismo, a los fines de preparar a nuestras comunidades ante la probabilidad de futuras pandemias y desastres que afecten directa o indirectamente los sistemas sanitarios de los países del área y, en consecuencia, la salud de cada uno de sus ciudadanos. En ese sentido, aprovechar al máximo los recursos disponibles, tanto humanos como materiales, constituye un deber moral y ético. Gestionar de manera efectiva todos los recursos de manera conjunta y coordinada, a nivel local, regional y global, debe ser el primer paso hacia el logro de sociedades inclusivas y resilientes.
Los problemas de salud tienen una connotación transnacional y, en tal sentido, la solución debe contar con políticas, de la misma manera, más allá de las fronteras nacionales.
Por su ubicación geográfica y por su liderazgo, la República Dominicana puede constituirse en el centro desde donde se promueva una nueva integración marcada por la aptitud de toda el área hacia aunar esfuerzos y de manera preventiva enfrentar cualquier crisis, no solo en el ámbito de la salud sino también en el económico, político y social.
Se entiende la necesidad de ser resiliente, convirtiendo en una oportunidad la coyuntura actual para trabajar en la formación del personal de salud dominicano con sentido internacional, bajo la premisa que convierta a la República Dominicana en un punto de partida virtuoso que replique a nivel regional los conocimientos y las buenas prácticas surgidas en el país.
Por Dr. Amado Alejandro Báez (Editor Medical Management) y Lic. Talyam Vásquez. Reportaje publicado en la revista especializada en salud MediHealth.
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