Los anticoagulantes, conocidos también como «diluyentes de la sangre», son fármacos fundamentales que retardan la coagulación sanguínea, reduciendo así el riesgo de formación de coágulos en el corazón, venas y arterias. Algunos ejemplos comunes incluyen la heparina, warfarina, dabigatrán, apixabán, rivaroxabán y edoxabán.
De acuerdo con la Dra. Rosa Vidal, especialista del Servicio de Hematología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, (Madrid, España), los anticoagulantes son: “una familia de fármacos que impiden que la sangre se coagule dentro de los vasos, provocando una ralentización de la coagulación sanguínea mediante la inhibición de diferentes factores de la coagulación, según el mecanismo de acción de cada fármaco”.
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Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de mortalidad a nivel mundial y se estima que provocan la pérdida de 17.9 millones de vidas cada año, indica la OMS.
«Una buena parte de los pacientes con fibrilación auricular requieren tratamiento anticoagulante para minimizar el riesgo de sufrir un ictus o embolia sistémica», según Vidal.
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La Asociación Americana del Corazón (American Heart Association o AHA, por sus siglas en inglés), define a los antiagregantes plaquetarios como los fármacos que impiden la formación de coágulos para que las plaquetas sanguíneas no se adhieran unas a otras.
La aspirina es un ejemplo comúnmente recetado para personas con enfermedad coronaria, incluyendo aquellos que han sufrido un infarto de miocardio o han sido sometidos a cirugía de revascularización coronaria. En algunos casos, se prescribe una terapia antiagregante plaquetaria doble, que implica el uso combinado de aspirina y un inhibidor P2Y12, como clopidogrel, prasugrel o ticagrelor, para prevenir complicaciones cardiovasculares graves.
En ese sentido, la hematóloga Vidal destaca entre sus beneficios para los pacientes cardiovasculares que: «la terapia antitrombótica, que incluye fármacos antiplaquetarios y anticoagulantes, supone un pilar fundamental en su manejo, contribuyendo de forma sustancial a disminuir la morbimortalidad por causa vascular».
Por otra parte, la Dra. Pilar Llamas, jefa del Servicio de Hematología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, manifiesta que el centro médico no escatima recursos ni esfuerzos en brindar una atención personalizada y de calidad a los pacientes con patología trombótica.
«El futuro debe estar centrado en dos ejes: la prevención de los eventos cardiovasculares y la individualización del tratamiento anticoagulante», puntualiza la especialista.