5 pensamientos que dañan la autoestima

Uno de los temas más sonados en el crecimiento personal, es el poder de los pensamientos. No importa si estás tomando un taller de liderazgo o estás a punto de dar un salto profesional, muchas personas comenzarán a alentarte a tener una «mente positiva».

Desde niños, el cerebro crece adaptándose al entorno en el que vive. En este proceso de aprendizaje, los pensamientos tienen un gran peso dentro de la formación de la personalidad y de la opinión que elabora de sí mismo el individuo (autoconcepto). Muchos de los pensamientos negativos, que las personas conciben sobre sí mismas, aparecen, precisamente, en esta época tan temprana de sus vidas.

La importancia de pensar en positivo

Pasados los años, si los pensamientos negativos persisten hasta la edad adulta, se transformarán en condicionantes que se manifiestan, entre otros síntomas, a través de una baja autoestima.

Estas frases no necesariamente nacen de frases dichas por los padres o etiquetas impuestas a los niños. Muchas veces, estas creencias fueron creadas por los niños con base en sus propias experiencias vividas o interpretaciones erróneas de la realidad. 

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Puede que muchas de estas interpretaciones no sean reales, pero hayan sido asumidas como tal, hasta convertirlas en su forma de interpretar el mundo. Por ejemplo, ante la separación de los padres un niño puede sentirse responsable de la ruptura, cargando con esa falsa creencia hasta su edad adulta.

Entre los 5 pensamientos negativos más frecuentes en adultos, que debes identificar y eliminar cuanto antes, podemos listar los siguientes:

No valgo nada

Si un niño crece sin sentirse valorado, si no le prestan atención cuando se esmera de todas las formas posibles, por hacer felices a sus padres sin resultados satisfactorios. El mensaje que interioriza es que sus esfuerzos y acciones carecen de valor y que no es una persona digna o valiosa.

Este pensamiento puede ser sustituido por: «soy una persona valiosa y válida».

No merezco que me quieran

Esto se ve con mucha frecuencia en las personas que sus padres no les demostraron su cariño y su amor. Si nunca nadie les dijo a estos pequeños que les amaban, si no recibieron consuelo en los momentos de tensión emocional, si crecieron con una profunda sensación de soledad y vacío interior, que les decía que no merecían ser amados por nadie.

Deben sustituir el diálogo interno por: «Me quiero a mí mismo(a). Merezco todo el amor y el cariño del mundo».

Hay algo mal en mí (y por eso me rechazan) 

Este pensamiento resulta recurrente en las familias numerosas, en que uno de los hijos recibió menos atención, haciendo sentir a uno de ellos como infravalorado. Al cabo del tiempo, comienza a pensar que todo lo que hace es malo y/o que existe algo defectuoso en su personalidad.

Este pensamiento puede cambiarse por: «No hay nada malo en mí , no me tengo que preocupar por agradar a nadie».

No lo lograré, por mucho que me esfuerce

Cuando se compara a los hermanos (o primos) y se les obliga a competir por todo, siempre hay uno más mayor, más fuerte, más rápido que consigue todos los objetivos antes que los demás. El mensaje que interiorizan los más pequeños es que, por mucho empeño que pongan, nunca van a conseguir nada.

Para lograr un cambio de paradigma, se puede sustituir este pensamiento por: «Me centro en mí y valoro cada logro que alcanzo».

Merezco todo lo malo que pasa

Escuchar continuamente frases del tipo «yo te lo dije», «ya te dije», «es que no me escuchas», cada vez que los niños sufren algún accidente o cometen algún error, provoca que crezcan con un sentimiento de culpa e inutilidad.

Este pensamiento puede cambiarse por: «Me merezco todo lo bueno que me pasa».

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