El euro ha iniciado la semana con un renovado impulso, superando la barrera de los 1.15 dólares, una cifra que no se veía desde noviembre de 2021. Esta apreciación sostenida de la moneda europea ocurre en un contexto de crecientes tensiones políticas y económicas en Estados Unidos, marcadas por las críticas del expresidente Donald Trump hacia la política monetaria de la Reserva Federal (Fed) y su presidente, Jerome Powell.
Este lunes por la mañana, pasadas las 10:00 GMT, el euro cotizaba en 1.1551 dólares, una fuerte subida respecto a los 1.1351 dólares registrados a las 15:15 GMT del pasado jueves. Esta variación representa un incremento del 1.76 % en tan solo unos días. Por su parte, el Banco Central Europeo (BCE) había fijado el jueves el tipo de cambio de referencia de la moneda común en 1.1360 dólares.
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Esta notable valorización de la divisa europea no es un hecho aislado. Desde el 2 de abril, cuando Trump anunció la imposición de nuevos aranceles a gran parte de los socios comerciales de Estados Unidos, el euro ha incrementado su valor en casi un 6.5 %. La tendencia parece responder tanto a las tensiones comerciales como a una estrategia política más amplia desde Washington.
El expresidente Donald Trump ha mantenido una postura abiertamente crítica hacia Jerome Powell, el actual presidente de la Fed, acusándolo de obstaculizar sus objetivos económicos. En particular, Trump ha presionado por una política de tipos de interés más bajos, lo cual, en teoría, contribuiría a debilitar el dólar y estimular las exportaciones estadounidenses.
Durante la última semana, el enfrentamiento entre ambos se intensificó. En el contexto de la decisión del BCE de reducir los tipos de interés, Trump aprovechó la ocasión para lanzar duras críticas contra Powell, llegando incluso a sugerir que debería ser destituido. “Sus informes económicos son un completo desastre”, afirmó Trump públicamente, reafirmando su postura de que el liderazgo actual de la Fed es un obstáculo para la competitividad de Estados Unidos en los mercados internacionales.
Detrás de esta retórica se encuentra una estrategia más amplia. La administración Trump —y ahora sus aliados políticos— han insistido en que un dólar más débil permitiría equilibrar la balanza comercial, reducir el déficit comercial externo, y generar un entorno más favorable para la producción nacional.
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Sin embargo, esta estrategia de devaluación no está exenta de riesgos. Aunque puede favorecer las exportaciones a corto plazo, una depreciación sostenida del dólar puede tener efectos negativos sobre la confianza global en la moneda estadounidense. Recordemos que el dólar es la principal moneda de reserva internacional, y muchos países —incluyendo emergentes— tienen su deuda denominada en esta divisa.
Una caída abrupta del dólar podría dificultar el servicio de la deuda tanto para Estados Unidos como para estos países, generando potenciales inestabilidades en los mercados financieros globales. A esto se suma el hecho de que, en 2024, el déficit comercial de EE.UU. aumentó un 17 %, superando los 900,000 millones de dólares, el segundo saldo negativo más elevado de su historia.
Este deterioro de la balanza comercial refuerza la presión política sobre la Fed para que actúe en favor de una política monetaria más flexible. Sin embargo, Powell ha mantenido una línea prudente, resistiendo las presiones del ala política y defendiendo la independencia del banco central, especialmente en un contexto de alta inflación global y volatilidad económica.
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