El bitcóin, la criptomoneda más representativa del mercado digital, registró este lunes una caída del 5 %, situándose en los 74,424.94 dólares, su valor más bajo desde noviembre del año pasado, según datos de Bloomberg recogidos por EFE. Esta nueva caída se produce en un contexto de alta tensión en los mercados financieros, marcados por una creciente incertidumbre geopolítica y una escalada en la guerra comercial liderada por Estados Unidos y China.
En las últimas tres sesiones —sábado, domingo y lunes—, el bitcóin acumula una pérdida de más del 10 %, lo que ha generado nerviosismo entre los inversores y operadores del sector. Este desplome se da justo después de que la semana pasada los mercados bursátiles globales sufrieran su peor jornada desde la crisis del COVID-19 en 2020, arrastrando consigo a activos tradicionalmente más volátiles como las criptomonedas.
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El desempeño del bitcóin no puede entenderse sin observar el contexto geopolítico y económico más amplio. En particular, el endurecimiento de las políticas arancelarias de Donald Trump, actual presidente de Estados Unidos, ha generado una fuerte reacción en los mercados. El mandatario ha impuesto nuevos aranceles del 34 % a productos chinos, a los que Pekín respondió con represalias similares. Esta escalada ha desatado una ola de aversión al riesgo, que ha llevado a muchos inversores a deshacerse de activos considerados inseguros, como las criptomonedas.
A pesar de que históricamente se ha debatido si el bitcóin puede funcionar como un refugio ante la incertidumbre económica, en esta ocasión parece haber sido arrastrado por el pánico general. «Estamos viendo un fenómeno típico de fly to safety, donde los capitales huyen hacia activos más seguros como los bonos del Tesoro estadounidense», explicó a Bloomberg la analista financiera Julia Tran, del grupo de inversiones CryptoEdge Capital.
A esto se suma la fortaleza reciente del dólar, que ha subido tras la publicación de datos económicos positivos en EE. UU. y las expectativas de que la Reserva Federal mantenga su política monetaria actual. Un dólar más fuerte suele presionar a la baja el precio de las criptomonedas, al encarecerlas en términos relativos para los compradores internacionales.
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La caída del bitcóin no es un fenómeno aislado de esta semana. Desde el pasado 20 de enero, cuando alcanzó su último máximo histórico de 109,241 dólares, la criptomoneda ha perdido cerca del 34 % de su valor. Curiosamente, ese máximo coincidió con el comienzo del nuevo mandato de Trump, un presidente que ha mostrado simpatía por las criptomonedas y por la desregulación del sistema financiero.
Sin embargo, la relación entre política y criptomonedas sigue siendo ambigua. Aunque algunas decisiones pueden parecer favorables para los mercados descentralizados, otras, como la imposición de aranceles que afectan el comercio global, generan efectos colaterales que terminan golpeando el valor del bitcóin y otros activos digitales.
Adicionalmente, eventos internos dentro del ecosistema cripto han contribuido a la caída. La semana pasada, por ejemplo, se informó de una posible filtración de más de 1,500 millones de dólares en ether en la plataforma Bybit, lo que ha incrementado la desconfianza de los inversores, especialmente los institucionales, que ven estos incidentes como señal de que aún hay riesgos estructurales en el sector.
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A corto plazo, las expectativas son inciertas. La volatilidad sigue siendo alta, y muchos analistas advierten que si el bitcóin rompe el umbral psicológico de los 70,000 dólares, podría desencadenarse una nueva oleada de ventas. «Estamos en una etapa crítica, donde la confianza está más frágil que nunca», afirma Dan Held, uno de los inversores veteranos del ecosistema cripto.
No obstante, no todo es pesimismo. Algunos observadores recuerdan que esta no es la primera vez que el bitcóin enfrenta una caída pronunciada. A lo largo de su historia, ha atravesado ciclos de alta volatilidad antes de experimentar recuperaciones sorprendentes. Para los defensores del largo plazo, el crecimiento sostenido de la adopción institucional, la tokenización de activos y la integración de tecnologías blockchain en sistemas tradicionales siguen siendo factores clave de optimismo.
A pesar del mal momento, firmas como Fidelity, BlackRock y ARK Invest continúan aumentando su exposición a criptomonedas, una señal de que los grandes jugadores financieros aún ven potencial a futuro.
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