El 17 de septiembre de 2025, el Reino Unido captó la atención mundial con uno de los eventos diplomáticos más destacados del año. El rey Carlos III y la reina Camilla ofrecieron una cena de Estado en el Castillo de Windsor para homenajear al presidente estadounidense Donald Trump. Este encuentro fortaleció las relaciones entre ambas naciones. Además, demostró cómo la monarquía británica sigue usando el protocolo, la tradición y el lujo como herramientas de influencia internacional.
La velada combinó historia, cultura y estrategia, y se convirtió en un símbolo de poder y sofisticación.
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El Salón de San Jorge, con sus techos altos y 55 metros de largo, recibió a 160 invitados de alto perfil. La mesa principal, de casi 45 metros, se montó durante una semana completa. El equipo real siguió protocolos estrictos para lograr una disposición perfecta.
Cada cubierto se colocó a 45 centímetros del siguiente. Para lograrlo, se usaron varas de medir y zapatos especiales que les permitían caminar sobre la mesa sin mover nada. Este nivel de precisión reflejó el compromiso con la excelencia.
La decoración floral incluyó rosas, lirios y claveles en tonos suaves. Las flores llegaron desde los jardines del Castillo de Windsor, el Palacio de Buckingham y el Jardín Savill. Al finalizar la gala, fueron entregadas a la organización benéfica Floral Angels.
El menú, escrito en francés, rindió homenaje a la cocina británica con toques franceses. Se sirvieron tres platos principales:
Cada plato se acompañó con vinos de alta gama. Entre ellos destacaron el Wiston Estate Cuvée 2016, Corton-Charlemagne Grand Cru 2018, Ridge Monte Bello 2000 y champán Pol Roger 1998. También se ofreció un Oporto Vintage Warre’s de 1945, en referencia al número de mandato presidencial de Trump, y un coñac Hennessy de 1912, año en que nació su madre.
Aunque Trump no consume alcohol, se le preparó un cóctel exclusivo sin alcohol. El “Transatlantic Whisky Sour” incluía mermelada cítrica, espuma de nuez pecana y un malvavisco tostado sobre una galleta en forma de estrella. Este detalle evocó la calidez de un S’more junto al fuego.
En la cena de Estado en Windsor, la moda no fue solo una cuestión de estilo, sino también una herramienta de comunicación diplomática. Cada atuendo transmitió mensajes de respeto, tradición y poder. Las figuras femeninas más destacadas de la noche —Kate Middleton, la reina Camilla y Melania Trump— brillaron con elecciones cuidadosamente pensadas que mezclaron historia, simbolismo y sofisticación.
La princesa de Gales se convirtió en el centro de todas las miradas con un vestido dorado de Phillipa Lepley, una diseñadora británica reconocida por su enfoque clásico y artesanal. El vestido, de corte largo y silueta estructurada, incluía bordados florales, transparencias sutiles y un abrigo largo que añadía dramatismo y elegancia.
Como complemento, Kate lució la tiara Cambridge Lover’s Knot, una de las más emblemáticas de la corona británica. Esta pieza, compuesta por 19 arcos de diamantes decorados con perlas colgantes, perteneció originalmente a la reina María y fue heredada por la princesa Diana. Su uso en esta ocasión evocó la memoria de la madre de su esposo, el príncipe Guillermo, y también reforzó el vínculo entre generaciones de mujeres reales.
Además, Kate llevó unos pendientes que pertenecieron a la abuela del príncipe Guillermo, lo que añadió una capa más de simbolismo familiar y respeto por la monarquía.
La reina consorte eligió un vestido azul profundo diseñado por Fiona Clare, su modista de confianza. El diseño incluía hombreras marcadas, pedrería en el bajo de la falda y una silueta que combinaba modernidad con tradición. El azul, color asociado a la realeza y la estabilidad, fue una elección acertada para una noche cargada de significado político.
Camilla complementó su atuendo con la tiara Belgian Sapphire, una joya adquirida por la reina Isabel II en 1963. Esta pieza, originalmente un collar perteneciente a la princesa Luisa de Bélgica, fue transformada en tiara y se ha convertido en uno de los símbolos de la elegancia sobria de la monarquía británica. Su uso en esta cena reforzó la continuidad entre Isabel II y la actual reina consorte.
El conjunto de Camilla proyectó autoridad, experiencia y respeto por el legado real, elementos clave en una velada de alto perfil diplomático.
La ex primera dama de Estados Unidos apostó por un vestido amarillo de Carolina Herrera, una casa de moda que representa el lujo latinoamericano con proyección internacional. El diseño, de hombros descubiertos y abertura lateral, se combinó con un cinturón rosa pastel que aportó contraste y feminidad.
Melania completó su look con unos pendientes de esmeraldas que evocaban el estilo de la reina Letizia de España, conocida por su elegancia contemporánea. Esta elección no solo mostró su conocimiento de la moda europea, sino también su intención de integrarse visualmente en el entorno real británico.
El amarillo, color asociado con la luz, la energía y la renovación, fue una elección audaz que destacó entre los tonos más clásicos de la noche. Su presencia aportó un toque de frescura y modernidad al evento.
La cena reunió a líderes de diversos sectores. Entre ellos estuvieron Tim Cook (Apple), Sam Altman (OpenAI), Jensen Huang (NVIDIA), Rupert Murdoch, Richard Moore (MI6), Yvette Cooper (Ministra de Exteriores del Reino Unido) y Stephen Schwarzman (Blackstone).
Este grupo reflejó el interés en fortalecer la relación entre Reino Unido y Estados Unidos. Durante la visita, se anunció una alianza tecnológica y nuclear con una inversión total de 205.000 millones de dólares, la más grande en la historia británica.
Los compromisos incluyeron:
La Orquesta de Cuerda de la Duquesa de Edimburgo interpretó piezas como Nessun Dorma, Tiny Dancer de Elton John, temas de James Bond, La llegada de la reina de Saba de Handel, y canciones de Cabaret y West Side Story. El gaitero mayor John Mitchell cerró la noche con una actuación solemne.
Durante los discursos, Carlos III destacó la “relación especial” entre ambas naciones. Trump elogió al monarca por su compromiso con el medio ambiente y la cultura británica. Ambos líderes reafirmaron los lazos históricos y estratégicos que unen a sus países.
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Fotografías: AP, EFE, REUTERS y NYT
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