En botellas de plástico, recipientes de comida para llevar, latas de conserva, disolventes, detergentes, perfumes y productos de cosmética, o incluso en juguetes y utensilios de cocina. Algunos de los compuestos químicos presentes en estos productos de uso común pueden alterar el funcionamiento del sistema endocrino. Estos compuestos, conocidos como disruptores endocrinos, pueden suplantar la acción de las hormonas y sus receptores, bloqueándolos o modificando sus niveles, provocando efectos nocivos en la salud.
Desde la reducción de la fertilidad hasta la menopausia prematura o el cáncer de mama, los disruptores endocrinos pueden causar diversas patologías crónicas. Estas sustancias químicas generan desequilibrios hormonales que pueden dañar el sistema reproductor, el sistema inmunitario, y causar alteraciones neurológicas o metabólicas.
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Los disruptores endocrinos se acumulan en el tejido adiposo de manera permanente, afectando especialmente a las mujeres. Debido a sus características hormonales, la mayor presencia de tejido adiposo y sus roles profesionales y sociales, las mujeres son más vulnerables a estas sustancias.
En el ámbito de la alimentación, los disruptores endocrinos más comunes incluyen:
La exposición a disruptores endocrinos durante el desarrollo uterino puede causar pubertad precoz, reducción de la fertilidad, problemas durante el embarazo, cáncer de mama, endometriosis y síndrome de ovario poliquístico.
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En mujeres en edad reproductiva, la exposición a ciertos disruptores endocrinos puede adelantar la menopausia y disminuir la reserva ovárica, aumentando el riesgo de enfermedades cardiovasculares, osteoporosis, y diabetes.
Los disruptores endocrinos también están presentes en juguetes, productos cosméticos, productos de limpieza del cabello, y productos para el cuidado dental. Como consumidores, debemos ser conscientes de lo que compramos y utilizamos. Pequeños cambios en el día a día pueden reducir nuestra exposición a estas sustancias.
La exposición a disruptores endocrinos es un problema de salud que afecta a todos, especialmente a las mujeres. Adoptar medidas para reducir esta exposición puede tener un impacto positivo significativo en nuestra salud a largo plazo.
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