A medida que las aplicaciones de inteligencia artificial (IA) se incorporan en la cultura del lugar de trabajo, empezamos a ver cómo estas herramientas influirán en los hábitos conversacionales de los equipos.
Estas herramientas ofrecen beneficios en cuanto a productividad y retroalimentación. Sin embargo, también presentan desventajas a la hora de incorporarse a nuestras conversaciones.
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Todos tenemos sospechas sobre quién tiene tiempo al aire, quién es interrumpido y quién interrumpe las reuniones. La IA nos permite pasar de la sospecha a los hechos, al proporcionar datos concretos sobre la cuota de voz.
Pero las razones para hablar mucho o poco son complejas. Si se enfoca simplemente en la cantidad de intervenciones como objetivo conversacional, las personas que no quieren hablar, o que contribuyen siendo oyentes activos, podrían verse arrastradas a hablar cuando no tienen nada que decir.
Ahora un bot de IA puede tomar notas para reuniones en línea, elaborar el resumen y enumerar los puntos de acción y las responsabilidades, creando una versión compartida de lo que se dijo, disponible para todos.
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Sin embargo, temas como los fracasos, la salud mental o las críticas a la estrategia, podrían quedar relegados a la clandestinidad. Esto se debe a que las personas se silencian a sí mismas porque temen que sus puntos de vista formen parte del registro público y permanente.
Como seres humanos, nuestra energía varía a lo largo del día, y de un día a otro. La IA puede tener en cuenta estos factores y programar las reuniones para cuando sea más probable que los participantes estén más activos.
La IA también puede permitir identificar qué reuniones son innecesarias para los equipos (mediante la medición del compromiso o el análisis de los pasos a seguir), ayudando a crear espacios en el trabajo donde las personas puedan hacer una pausa y pensar, en lugar de permanecer patológicamente ocupadas.
Sin embargo, esto depende de que las métricas de «compromiso» sean creíbles. El seguimiento del compromiso y el sentimiento sigue siendo difícil, y genera conclusiones incorrectas debido a la escasa atención que se presta a las diferencias culturales, la neurodiversidad y la introversión.
En una investigación global sobre cómo decir la verdad al poder, la mayoría de los 20,000 empleados encuestados coinciden en que son más reservados en las reuniones de trabajo formales, es decir, aquellas en las que la IA se utilizará más.
Es posible que estén aún menos dispuestos a hablar en entornos formales si las palabras se graban y se comparten de formas desconocidas.
Las reuniones habilitadas por IA pueden llevar las conversaciones fuera de línea, socavando la toma de decisiones colectiva y aumentando la carga de trabajo conversacional.
Muchos de nosotros pronto recibiremos comentarios sobre nuestra presencia virtual, y nuestra forma de hablar y escuchar: si seguimos interrumpiendo (y a quién); si utilizamos un lenguaje corporal que silencia a los demás; si hablamos demasiado rápido o si utilizamos un lenguaje excluyente.
Esto podría ser inmensamente valioso. Sin embargo, si los empleados sienten que están bajo vigilancia y etiquetados por su forma de comunicarse, los comportamientos de «actuación» pueden imponerse a medida que los participantes de la reunión jueguen con el sistema.
La sabia aplicación de la inteligencia artificial invita a una lente filosófica que nos obliga a afrontar nuestra búsqueda interminable de realizar más tareas, y más rápido. Requiere moderación y la capacidad de levantar nuestra mirada instrumental, que está hipnotizada por la racionalidad y los objetivos, y comprometer nuestra mirada relacional, que nos impulsa a ver cuán profundamente conectados estamos unos con otros.
De esta manera, tal vez la IA pueda ayudarnos a mantener las conversaciones que importan.
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De Harvard Business Review, por Megan Reitz y John Higgins
(Megan Reitz es coach ejecutiva, profesora y autora dedicada a investigar formas para mejorar cómo interactuamos en el lugar de trabajo. John Higgins es autor e investigador sobre realidades relacionadas con el activismo en lugares de trabajo).
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