En los últimos tiempos, una palabra ha ganado protagonismo: pragmatismo. Este término, que inicialmente se asocia con la ciencia política, tiene sus raíces en un movimiento filosófico y educativo que surgió en Estados Unidos en la década de 1880. Ser pragmática no solo influye en la política, sino que también se extiende a campos como la educación, la psicología, la sociología y el derecho. Según la Real Academia Española, el pragmatismo es la “preferencia por lo práctico o útil”, un concepto que puede aplicarse también a nuestra vida diaria.
La neuropsicóloga Marina Dolmatzian, miembro del Equipo de Neuropsicología de INECO, explicó al portal Infobae: “El pragmatismo proviene de una corriente filosófica que postula que algunas personas eligen una idea solo si esta funciona bien, es decir, aceptan posturas basadas en las consecuencias prácticas y útiles de esa idea. Así, las personas pragmáticas se centran en cumplir sus objetivos de manera práctica”.
Accede a las historias más relevantes de negocios, bienestar y tecnología. Entérate de nuestros rankings y eventos exclusivos. Suscríbete y recibe en tu correo el mejor contenido de Mercado.
Quizás te pueda interesar: ¿Cómo la tecnología alivia la ansiedad?
Por su parte, el psicólogo Alexis Alderete, especialista en trastornos de ansiedad y entrenamiento en habilidades de Fundación Foro, destacó que el pragmatismo implica valorar la acción y la utilidad en la toma de decisiones para resolver problemas y alcanzar resultados óptimos. “Las personas pragmáticas se enfocan en la eficacia y la acción, gestionando sus emociones para que no afecten sus metas”, señaló.
Las funciones ejecutivas son cruciales para el pragmatismo. Dolmatzian explicó: “Estas funciones, localizadas en el lóbulo prefrontal del cerebro, nos permiten diseñar, iniciar, mantener y finalizar un plan de acción. Ser pragmático es tener un buen uso de nuestras funciones ejecutivas”. En la era de la información y la tecnología, la eficiencia y la capacidad de cumplir objetivos de manera rápida y con pocos recursos son altamente valoradas.
El pragmatismo tiene múltiples beneficios en diversas áreas. Dolmatzian afirmó: “Poseer la capacidad de establecer objetivos y lograrlos de manera práctica puede llevarnos lejos en ámbitos laborales, sociales, académicos y económicos”. Las personas resolutivas suelen sentirse más productivas y autoeficaces, aumentando su bienestar general.
Sin embargo, ser extremadamente pragmático también tiene sus desventajas. Las personas muy pragmáticas pueden ser percibidas como menos creativas y más rígidas, lo que puede afectar su flexibilidad cognitiva y su capacidad para resolver conflictos. Además, pueden enfrentar altos niveles de estrés y dificultades en las relaciones interpersonales debido a su enfoque en los resultados por encima de las emociones.
Para desarrollar un enfoque más pragmático, los expertos recomiendan entrenar nuestras funciones ejecutivas y establecer objetivos claros y alcanzables. Dolmatzian sugiere:
No siempre alcanzamos nuestros objetivos, y esto puede generar frustración. Dolmatzian recomienda reconocer y aceptar las emociones, y luego analizar qué falló para aprender y mejorar. Estrategias como la relajación, mindfulness y ejercicio físico pueden ayudar a manejar estas emociones. Alderete enfatiza la importancia de la resiliencia y la adaptación continua de nuestras metas.
Adoptar el pragmatismo puede convertirnos en actores activos en la vida que deseamos, ayudándonos a sortear obstáculos y alcanzar nuestras metas con mayor bienestar emocional y mental. Al enfocarnos en la acción práctica y la eficiencia, podemos transformar nuestra cotidianidad y mejorar nuestra calidad de vida.
Suscríbete a la revista y regístrate a nuestros newsletters para recibir el mejor contenido en tu buzón de entrada.
