La primera ministra de Finlandia en su primer año al frente de un gobierno conformado sólo por mujeres, ha sido muy elogiada por su liderazgo calmado y decisivo durante la pandemia del coronavirus. Sanna Marin es la ministra más joven del mundo, por delante del primer ministro ucraniano Oleksiy Honcharuk de 35 años, la misma edad que el líder de Corea del Norte Kim Jong-un, y cinco años más joven que la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, de 39.
Sanna Marin es la primera ministra más joven del mundo, ahora al frente del Gobierno finlandés.
Esta funcionaria se define como defensora de la igualdad, la libertad, la paz y está concienciada con que el cambio climático y la pérdida de la biodiversidad son algunos de los mayores problemas de nuestro tiempo, y por lo tanto la sitúa en primera plana de su agenda de gobierno. Bloguera, madre y la primera en su familia que se graduó de la universidad, su ascenso en política fue muy rápido, desde que llegó al Consejo Municipal de la ciudad donde vive, Tempere, a los 27 años, solo siete después de haber entrado en política.
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El gobierno finlandés, es innovador con la promoción de mujeres líderes de un partido. Los otros cuatro partidos que junto al PDS forman el gobierno de coalición están liderados por mujeres, de ellas, tres tienen menos de 35 años: Katri Kulmuni, de 32 años, el Partido de Centro; Li Anderson, también de 32, la Alianza de Izquierda; Maria Ohisalo, de 34, la Liga Verde; y Anna (Maja Hanrik) es la responsable del Partido Popular Sueco a sus 55 años.
Es anécdota el momento en que estaba de pie en el podio con su gabinete, Sanna Marin le dijo a un mar de fotógrafos que representaba a una generación más joven y que agradecería la atención de los medios internacionales. Era una oportunidad para mostrar al mundo «quienes somos los finlandeses». Poco tiempo bastó, los titulares se escribieron solos: «El feminismo alcanza la mayoría de edad en Finlandia», «El parlamento de Finlandia: pionero de igualdad de género», «Las mujeres gobiernan: lo que estábamos esperando».
Comenzaron a verse múltiples memes sexistas, que mostraban a las mujeres tomando decisiones mientras se bañaban juntas en un sauna. En muchos sentidos ya se había preparado el escenario para tal coalición. Si algún país iba a ser una utopía feminista en la Isla de la Mujer Maravilla era Finlandia.
Estos movimientos tienen una data quizás mucho más antigua que en el resto del mundo. En 1906, se convirtió en el primer país del mundo en otorgar derechos de voto y parlamentarios a las mujeres, una hazaña que la mayoría de las naciones occidentales no lograrían hasta después de la Primera Guerra Mundial.
Al año siguiente, 19 mujeres fueron elegidas al Parlamento. Y en 2000, Finlandia eligió a su primera presidenta, Tarja Halonen. Una primera ministra, Anneli Jaatteenmaki, en el 2003. A fines de 2019, y después de una primera ministra más, Marin fue elegida por su Partido Socialdemócrata de centro izquierda, para reemplazar al primer ministro Antti Rinne, luego de las críticas sobre la forma en que había manejado una huelga postal.
Su manejo de la pandemia fue el mejor del mundo. El 11 de marzo, la Organización Mundial de la Salud declaró que el brote de covid-19 era una pandemia. Pero el gabinete de Marin estaba listo cuando llegó el virus. El 16 de marzo, Finlandia no solo estaba confinada, también había activado la Ley de Poderes de Emergencia, utilizada por última vez en la Segunda Guerra Mundial, que otorga al gobierno poder para regular los salarios y exigir «la puesta en práctica obligatoria de mano de obra para obtener trabajo».
Marin fue elogiada y colocada en el mismo grupo del gabinete que dieron sesiones informativas semanales sobre el coronavirus, aceptando preguntas tanto de ciudadanos como de medios. «Hay países liderados por hombres a los que también les ha ido bien», le dijo Sanna Marin a la prensa. «Así que no creo que sea una cuestión de género. Creo que deberíamos centrarnos más en lo que han aprendido los países que lo han hecho bien».
Ha demostrado que el liderazgo va mucho más allá del género impulsando una toma de decisiones libre de sesgos.
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