Es posible ser la cuarta mujer más poderosa del mundo y aún así llevar una vida bajo perfil, y Mary Barra CEO de General Motors es un ejemplo de ello. Su proeza es tal que en realidad lleva varios años instalada en el ranking de las mujeres más poderosas del mundo. Un caso paradigmático porque su nivel de influencia contrasta con una trayectoria brillante, pero limitada a una única empresa, y una imagen pública blindada que le ha garantizado un nivel de anonimato insólito para alguien con su proyección.
La figura de Mary Barra es como la de un unicornio en los tiempos de la fama por redes sociales. Tal parece que sí es posible, aún en la era digital, ostentar el poder sin necesidad de ser una figura pública o influencer en redes. Y tiene mucho sentido. El currículum de Barra nunca ha estado marcado por grandes titulares, más bien se trata de una carrera de fondo en un sector en el que, hasta su llegada, los hombres ocupaban todas las posiciones de liderazgo.
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Su historia es la del compromiso con una sola empresa. Barra nació en Detroit, la capital mundial del automóvil, donde la mayoría de las familias vivían del sector. La suya no era la excepción y quizás su segunda palabra pronunciada en la vida haya sido carro.
Siguiendo los pasos de su padre, quien trabajó en la planta de Pontiac, en Detroit, durante 39 años; al cumplir sus 18 años, Barra entró a trabajar como becaria de General Motors. Luego de estudiar ingeniería eléctrica y de obtener un máster en gestión en la universidad de Stanford, regresó a la compañía. Fue entonces cuando comenzó a escalar dentro de su organigrama: comenzó como responsable del área de ingeniería de manufactura, trabajó en el departamento de recursos humanos, dirigió una planta de ensamblaje y llegó a ser directora general de comunicaciones. Y en 2014 fue nombrada presidenta y CEO de la compañía, la primera mujer en alcanzar el máximo nivel ejecutivo en el sector automovilístico en todo el mundo.
Con semejante trayectoria logró convertirse en la ejecutiva mejor pagada de la industria automovilística. Solo en 2020 ingresó un salario de 40 millones de dólares. Sin embargo, este no ha sido siempre su plan, más bien, su estrategia siempre ha sido tan simple como efectiva: hacer el mejor trabajo posible en todos los puestos que ha ocupado.
Claro está, durante su tiempo en el cargo ha tenido que enfrentar todo tipo de crisis: poco después de asumir el mando, la compañía se declaraba en bancarrota y los fallos de seguridad de algunos de sus modelos obligaban a retirar millones de vehículos del mercado y a indemnizar a las víctimas de los accidentes que habían provocado.
En 2018, Barra tuvo que afrontar una de las decisiones más complejas de una CEO, tuvo que anunciar 14,000 despidos en la plantilla de la compañía en Estados Unidos. Pero también ha liderado momentos importantes, como la apuesta de GM por los vehículos autónomos y los modelos eléctricos.
Con buenas habilidades comunicativas (se dice de ella que una de sus grandes virtudes es saber escuchar) y excelentes capacidades de técnicas (es una ingeniera), Barra ha defendido un estilo de liderazgo basado en reconocer los méritos de su equipo en lugar de acaparar todo el protagonismo. Su trayectoria e imagen pública son al mejor prueba de ello. Tan poderosa como desconocida. Así es Mary Barra. (KR)
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