¿Qué tengo que hacer para que me tomen igual de enserio que al resto de mis compañeros hombres? No, no se trata de algo personal, es quizás una de las preguntas que las mujeres solemos hacernos con mayor frecuencia. De seguro ya te has encontrado en una posición de inferioridad de trato o consideración frente a una plantilla de altos cargos en su mayoría hombres e incluso entre sus compañeros que se suponen iguales a ella.
Victoria Mars, ex presidenta de Mars llevó a cabo un estudio llamado #MiVozSeEscucha, en el que se demostró que estos desafíos se vuelven más intensos cuando el objetivo es alcanzar la alta dirección, un hecho que sorprende cuando ya de tantas formas se ha demostrado lo importante que es invertir en el éxito profesional de una mujer.
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La conversación actual en los círculos de negocios ya debió superar hace mucho el equilibrio entre géneros, debería estar abordando cómo eliminar las barreras de acceso a oportunidades en el lugar de trabajo y el mercado laboral. Es necesario cambiar el sistema que engloba no solo a empresas, también a comunidades, gobiernos y por supuesto a los hombres, creando así un enfoque interseccional que incluya a la mujer y su voz.
Estrenando el año, las grandes corporaciones tienen mucho que aprender de las nuevas generaciones. La conversación sobre género y estereotipos que se construyen alrededor de los mismos no son otra cosa que un lastre para avanzar hacia una apuesta clara y exitosa por el talento sin pensar cómo se identifica quién está presentando la propuesta.
Es necesario comenzar a escuchar las voces femeninas que son ejemplo y tienen presencia en foros, redes sociales e incluso en la calle pero también dentro de la oficina. «La empatía, la escucha, el respeto y el aprecio por los diversos puntos de vista son habilidades de liderazgo básicas que debemos perseguir.» suscribe Victoria Mars, ex presidenta de Mars.
Las demandas de un cambio sistémico están ahí, ahora es necesario que sean escuchadas para trazar un plan y el poder para ello reside en parte en aquellas marcas que son portavoces dentro de la sociedad.
Cuando hablamos de igualdad laboral no solo se trata de poder acceder a una candidatura a los altos cargos, también se trata de eliminar la brecha salarial, el estigma de «profesiones para hombres» y el término techo de cristal.
A pesar de los avances, el peso emocional de muchos hogares sigue recayendo en la figura materna o de la mujer. Esta carga supone que tras la jornada laboral remunerada exista otra que se extiende a las horas del día restantes y que no queda reconocida pero que sí supone un desgaste en todos los sentidos: físicos, mental y emocional. Y esto pasa factura.
Aumentar los permisos parentales, reeducarnos en la distribución de las tareas, así como un apoyo para la conciliación y el cuidado de los hijos por parte de la empresa.
«Las empresas deben reconocer que las mujeres pueden necesitar un apoyo diferente al de los hombres en distintas etapas de la vida. La menstruación, la capacidad de concebir y la menopausia vienen con un conjunto de desafíos mentales y físicos que tienen impactos reales y distintivos en la vida de las mujeres dentro y fuera del lugar de trabajo.» se concluía así en el estudio #MiVozSeEscucha tras recopilar los testimonios de las mujeres que hablaron sobre su salud y cómo concebían esta.
El bienestar físico no es significativo de salud real, o al menos no es el único indicador a tener en cuenta. La carga mental del cuidado a otros, la presión por qué se espera de nosotras dentro y fuera del trabajo, así como la falta de apoyo puede conducir a un desajuste en la salud mental que se traduce en una limitación para desarrollar el potencial en el puesto de trabajo a desempeñar. La solución pasa por brindar un soporte especializado en la mujer que tenga en consideración las necesidades con un enfoque 360.
«Tratar a las mujeres como seres humanos, no como objetos sexuales, no como personas que no pueden tomar decisiones, no como personas que tienen menos capacidad. Para alcanzar el máximo potencial, debes ser tratado con respeto, como cualquier ser vivo”. Esta declaración, extraída de uno de los testimonios recogidos en el estudio #MiVozSeEscucha puede sonar obvia para muchos pero no se puede silenciar la realidad de lo necesario que es crear espacios seguros, hogares, comunidades y también lugares de trabajo.
La reeducación y concienciación sobre qué comportamientos pueden resultar intrusivos, violentos y una falta de respeto para la persona con la que se trata debería formar parte de los programas dentro de las empresas pues en ocasiones se normalizan conductas que pueden suponer un riesgo a la larga y una limitación en el desarrollo de la mujer dentro del trabajo. (NF)
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