Liderazgo con estilo: los 100 días de Kamala Harris

Kamala Harris, la primera vicepresidenta de los Estados Unidos, fue determinante para alentar el voto demócrata en las pasadas elecciones estadounidenses del 3 de noviembre, en las que Joe Biden ganó una tensa partida contra Donald Trump. Luego de 100 días los ciudadanos, la prensa y el mundo valoran de forma positiva su estilo y liderazgo.

Tanto es así  que una encuesta de CNN señala que el 53% de los ciudadanos aprueba su trabajo hasta el día de hoy. Dos de sus decisiones más poderosas fueron las medidas desarrolladas contra la pandemia del covid-19 y sus medidas económicas para salir de un momento tan complicado a nivel mundial.

«Estoy convencido de que gran parte del éxito de Biden nunca habría sucedido sin la vicepresidenta Kamala Harris a su lado», señaló la columnista Erika D. Smith en Los Angeles Times. Destacó además que «como hija de inmigrantes, así como la primera mujer, la primera persona negra y la primera persona del sur de Asia en ocupar el puesto, Harris ha resultado ser la política adecuado, en la posición adecuada, en el momento tumultuoso adecuado de la historia de Estados Unidos».

Kamala Harris, líder feminista 

Kamala es una fiel defensora del feminismo, algo que dejó claro en la toma de posesión del pasado mes de enero, gracias a la acertada vestimenta morada que eligió para la ocasión. Harris, como no podía ser de otro modo, también ha entrado en la Casa Blanca para luchar contra el racismo de las calles y las instituciones, un tema tan polémico en la actualidad.

El equilibrio perfecto entre la política y el amor

Su marido, el abogado Douglas Emhoff, ha mostrado tener un ego más que impecable acompañando a su esposa en la toma de decisiones en sus primeros 100 días como ‘segundo caballero de Estados Unidos’.

«No hay nada que me guste más que presentar a mi mujer, Kamala Harris, vicepresidenta de Estados Unidos«, suele decir Doug Emhoff siempre que tiene ocasión. Él se convirtió en su fan número uno.

El mensaje detrás del estilo de Kamala Harris

Todo comenzó durante la toma de posesión, cuando los cuatro protagonistas estuvieron a la altura de las circunstancias con gracias y previsión. En una fusión muy aplaudida de estilo y sustancia, las nuevas primera y segundas familias usaron su aparición ante la nación para marcar un territorio que parecía apoyar las palabras sobre las que habían hecho campaña: empatía, inclusión, reconstruir a los Estados Unidos.

En su primera aparición, lució prendas de tres diseñadores afroamericanos diferentes. Parecía anunciar una nueva era de vestimenta consciente, u un nuevo amanecer para la industria de la moda estadounidense, tambaleante tras cuatro años de un gobierno que había pisoteado todas las normas políticas, incluida la tradición de utilizar su ropa como expresión del deber patriótico. Por no hablar de los efectos de la pandemia de coronavirus, con sus cierres y bancarrotas.

Históricamente, el enfoque en la moda se ha utilizado como arma para desestimar o degradar a las mujeres en posiciones de poder. Pero, como han demostrado tanto Nancy Pelosi, con su pin de la Maza de la República y su abrigo naranja, como Hillary Clinton, con su traje blanco de sufragista, puede convertirse en una ventaja: una forma de subrayar quiénes son, qué han conseguido y dónde están sus valores. De llamar la atención sobre lo que hacen. Es parte del paquete.

Su extrema consistencia silencia los comentarios. Cuando alguien lleva lo mismo día tras día, en cierto momento ¿qué más se puede decir? Harris, cuando sale del guión, el efecto es llamar la atención sobre sus decisiones, imprimiéndoles aún más significado.

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