Si existe un nombre que puede evocar múltiples emociones y casi todas positivas, en gran medida por su filantropía, es el de Diana Frances Spencer, mejor conocida como Diana de Gales; nacida el 1 de julio de 1961 en el seno de una familia aristocrática en Norfolk. Una mujer que en apenas 16 años de vida pública se convirtió en una figura prominente en la monarquía europea, al igual que en la moda, la solidaridad o la prensa de todo el planeta. Hoy estaría cumpliendo 60 años y quizás marcando historia con todas sus innovaciones y actividades filantrópicas que le caracterizaron hasta el último segundo de su vida.
La cuarta hija de John Spencer, vizconde de Althorp, y su primera mujer, Frances Ruth Burke Roche. En 1969 la niña que siempre llevó a rajatabla la puntualidad británica, se vio afectada por la separación de sus padres. Limitada a vivir en un apartamento junto a su madre en Knightsbridge. Después de luchar en los tribunales, la custodia de Diana pasa a manos de su padre, que años más tarde se casa con Raine, condesa de Dartmouth.
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Curiosamente, como por un capricho del destino, Diana y Carlos de Inglaterra se conocieron gracias a la hermana mayor de la futura princesa, Sarah, que mantenía en ese momento un romance con el príncipe. Fue en el jardín de niños Young England en Knightsbridge, donde Diana trabajaba como asistente.
«Ayudar a los más necesitados es una parte esencial de mi vida, una especie de destino». Diana de Gales
Diana fue un referente de causas filantrópicas, apoyó a más de 100 organizaciones, ya sea como presidenta o patrocinadora, centrándose sobre todo en personas que sufrían de pobreza extrema, personas sin hogar, con discapacidades y la lucha contra el VIH.
La boda real y el giro a la historia de su vida
Después de una relación en secreto, el 24 de febrero de 1981 los jóvenes Carlos y Diana hicieron oficial su compromiso. Uno que quedó sellado con el famoso anillo de zafiro y diamantes que años más tarde entregó su primogénito, Guillermo, a su actual mujer, Kate Middleton.
El 29 de julio de 1981, los ojos del mundo estaban puestos en la catedral de San Pablo de Londres y no precisamente por mirar su ornamenta. Todos estaban esperando la llegada de la joven aristócrata que en los últimos meses había copado las portadas de revistas, periódicos, así como largos espacios en la televisión y radio que escudriñaban hasta los más mínimos detalles. Desde entonces su tratamiento oficial, de acuerdo con el protocolo real, fue Su Alteza Real la princesa de Gales, condesa de Chester, duquesa de Cornualles, duquesa de Rothesay, condesa de Carrick, baronesa de Renfrew, señora de las Islas, princesa de Escocia.
En 1981, la princesa no detuvo su vida filantrópica por sus nuevos (y muchos) títulos de nobleza. Creó una fundación con su nombre, para donar su propio dinero a las causas benéficas que amadrinaría. Algunas de las ONG que Diana fue patrocinadora y donadora, estaban dispuestas a ayudar a las personas con necesidad de un hogar y vivienda digna. Entre estas organizaciones destacan: Centrepoint, también del English National Ballet, así como de Leprosy Mission y National Aids Trust.
También fue presidenta del Hospital for Sick Children, Great Ormond Street y del Royal Marsden Hospital. También, en junio de 1997, poco antes de su muerte, la princesa viajó a Londres y New York para vender sus propios vestidos y trajes, destinando el 100% de las ganancias a la caridad.
La igualdad fue parte de sus viajes de carácter humanitario, que incluyeron visitas a hospitales, escuelas y eventos de caridad en Angola, Australia, Bosnia, Egipto, India, Pakistán, Argentina, y por toda Europa. Ella siempre destacó su comprensión y trato igualitario sin importar el estatus social o el tono de piel.
El 21 de junio de 1982 su vida de casada cobra otro sentido, con el nacimiento de su primer hijo, Guillermo. Para la presentación del pequeño, Diana escogió un vestido que ha pasado a la historia y al que su nuera, la duquesa de Cambridge, quiso hacer un guiño en la presentación de su primer hijo, el príncipe Jorge, con un vestido similar.
«Me gusta tocar a las personas, es un gesto que me nace naturalmente, no es premeditado, brota del fondo de mi corazón». Diana de Gales
Diana vivió en una época en que el temor por el Sida (causado por el VIH) estaba en su punto más álgido, y aún así, ella resaltó el pensamiento libre de prejuicios apoyando numerosas causas. Fue en 1987, cuando su Alteza Real visitó el Middlesex Hospital, en Londres, y estrechó por primera vez las manos de un paciente con SIDA. Las fotos de esta acción dieron vuelta al mundo destacando la polémica y aplausos entre la gente.
Posteriormente en 1989, ella viaja a los Estados Unidos y asiste a la unidad pediátrica de enfermos de SIDA en el Harlem Hospital. Allí, alza a un bebé con VIH en señal de resistencia y apoyo. Para 1991, la princesa de Gales acudió a un centro para niños abandonados con SIDA en San Pablo, Brasil, siempre sin temor de abrazar y convivir con todas las personas a su alrededor.
En 1992, se generó un encuentro memorable entre la Madre Teresa de Calcuta y Diana, dos mujeres inspiradoras, de donde surge una fotografía que conmovió al mundo. La charla de escasos 30 minutos dieron vuelta al mundo y aunque Diana de Gales salió radiante y feliz del encuentro, la religiosa se refirió a ella no como la princesa Diana, sino como la infeliz Diana.
Una de sus luchas más visibles fue contra las minas antipersonas junto a la International Campaign to Ban Landmines (ICBL). En enero de 1997, año en que fallece en aquel trágico accidente, Lady Di realizó una serie de acciones para sustentar su causa, incluyendo para junio una conferencia en Royal Geographical Society en Londres, seguido de una visita a Washington DC en los Estados Unidos el 17 y 18 de junio para promover la campaña de minas terrestres de la Cruz Roja Americana. Esta Campaña Internacional obtuvo el Premio Nobel de la Paz, justo cuando Diana se puso al frente como uno de los personajes que más relevancia dieron a la campaña.
La filantropía de Diana no tuvo límites, fue y aún es reconocida no sólo por el pueblo sino por grandes representantes de causas benéficas, los cuales, como símbolo de su compromiso y amistad con ella, fueron invitados a caminar detrás de su ataúd, junto a su familia, el día del funeral de la princesa.
Sus hijos han continuado el legado de su madre por la lucha en las diferentes obras benéficas, a través de una fundación llamada The Royal Fundation, creada por el príncipe Harry, su hermano el príncipe Guillermo y la duquesa de Cambridge Kate Middleton.
Los príncipes Guillermo y Enrique de Inglaterra, encargaron una estatua en honor a su madre en 2017, mucho antes de que la familia real británica se enfrentara a los últimos grandes desacuerdos y escándalos públicos. Así que este jueves 1 de julio, los hermanos olvidarán cualquier diferencia para homenajearla en el que habría sido su cumpleaños número 60 y remembrar la vida de una mujer que conquistó los corazones y portadas del mundo.
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