El mundo despertó con las crudas imágenes del pueblo de Afganistán huyendo de la toma de posesión de la capital por parte de los talibanes. Para algunos significa la mayor derrota de la historia y para otros la mayor victoria. Sin embargo, la única derrota evidente es para las mujeres que ahora regresan a la era más oscura jamás vista en los últimos 20 años.
A una velocidad digital, hoy Afganistán se dirige al pasado con el regreso de un estado islámico radical. Videos comenzaron a colarse para el que lo quiera ver, como un último grito de las mujeres afganas. Entre esos, el de una corresponsal de CNN que interrumpió de golpe su transmisión. Las milicias talibanas le solicitaron caminar pegada a la pared y mirando al piso, es una voz profesional que no sabemos si volveremos a escuchar.
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Los derechos humanos están a punto de convertirse en papeletas del pasado y pisoteadas en la misma tierra que a tempranas horas fue desocupada por las tropas estadounidenses en un 90% y de la que han sido evacuados todos los diplomáticos.
A partir de ahora, las mujeres pierden el derecho a realizar actividades fuera de su casa, no pueden estudiar, no pueden reírse a carcajadas, no pueden aparecer en ningún medio, no pueden usar colores vivos, no pueden realizar deportes, no pueden trabajar ni hacer negocios con hombres. Ahora es obligatorio el uso del burka, serán azotadas si se les ve el tobillo, vuelve a ser legal la lapidación si se cree que fornican, prohibido usar maquillaje, no pueden hacer sonidos al caminar (no usar tacones), prohibido salir del hogar sin un marido o jefe, prohibido montar un taxi sola, prohibido asomarse a balcones, no pueden usar pantalones debajo del burka, no pueden ser fotografiadas… y la lista continúa.
Roya Rahmani es la primera mujer en ser embajadora de Afganistán en Estados Unidos, un puesto que había ejercido desde 2018 hasta el mes pasado; y una mujer que no tardó en expresar su preocupación en materia de derechos a partir de los hechos recientes. «Estoy extremadamente preocupada por lo que vendrá. Y estoy muy preocupada por mi familia y seres queridos que están en el país. Esto apunta a un inmenso fracaso de la democracia afgana. Señala el fracaso de la diplomacia. Señala el fracaso de la ayuda y la asistencia internacionales», declaró en un comunicado emitido hoy desde Washington.
«Creo que pone en tela de juicio todos los sacrificios realizados por los estadounidenses, por nuestros aliados, y multiplicados por todos los afganos con tanta sangre, lágrimas y sudor que todos hemos puesto en los últimos 20 años», añadió Rahmani haciendo referencia a la ocupación estadounidense que comenzó tras los atentados de Nueva York y Washington, perpetrados por militantes de Al-Qaeda y respaldados por los talibán en septiembre de 2001. El país afgano volvió a ser invadido, esta vez por la OTAN, liderada por fuerzas estadounidenses y británicas en la llamada ‘Operación Libertad Duradera‘, como parte de la ‘guerra contra el terrorismo‘ o ‘guerra al terror‘ declarada por el gobierno de Estados Unidos. Los objetivos de esta operación eran capturar a Osama bin Laden, destruir al grupo terrorista Al-Qaeda y derrocar al régimen talibán.
Así, se formó un nuevo gobierno y los insurgentes se desplazaron a otras zonas del país. Sin embargo, esta guerra, considerada la más costosa de la historia, no logró hacer desaparecer a los talibán. Los fundamentalistas islámicos continuaron controlando ciertas partes de Afganistán. Su rama política llevó a cabo en febrero de 2020 unas negociaciones de paz con Estados Unidos que nunca se cumplieron. Y hoy vemos las consecuencias.
De acuerdo a cifras de la ONU hoy huyeron cerca de un cuarto de millón de afganos y el 80% de los desplazados son mujeres y niños. António Guterres, secretario general de la ONU, se mostró especialmente preocupado por los primeros informes que demuestran cómo “los talibanes están imponiendo severas restricciones a los derechos humanos en las zonas bajo su control, especialmente contra las mujeres y los periodistas”.
En palabras de Rahmani esta situación era perfectamente evitable y aunque ya es bastante tarde para comenzar a buscar culpables, ella le atribuye a la falta de apoyo de Kabul a varias zonas. «En primer lugar, se trata de lo mismo, de cómo los dirigentes del país ignoraron la realidad de Iraq. No eran un gobierno inclusivo. Y hubo una falta de madurez en la forma de conducir la política y la estrategia militar», dice.
«Así que esta es la mentalidad. Lo que los talibanes van a ofrecer a las mujeres está muy por debajo de la igualdad de ciudadanía. Hay pocas razones para pensar que alguien tenga derechos de ciudadanía bajo los talibanes, basándonos en la experiencia anterior. Pero aun así, las mujeres serán tratadas como una «clase inferior», consideradas aptas solo para roles específicos y nada más», concluyó Rahmani, 4 horas antes de la emisión de un video que no tardó en hacerse viral, donde se aprecia a una mujer siendo «atrapada» en la calle mostrando los tobillos y termina ejecutada frente a todos.
Tal parece que hoy más allá de los intereses políticos y toda la diplomacia en juego, en realidad somos las mujeres las que hemos sido puestas de rodillas junto a esa afgana que le fue arrebatada la vida. Es el fracaso de la democracia de Afganistán y la muerte de los derechos de la mujer, para darle comienzo a la era más oscura en esa materia de la que será testigo el mundo. (Karime Rivas)
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