Para Ronald S. Lauder, entonces de 41 años, su nombramiento por el presidente Ronald Reagan en diciembre de 1985 para el cargo de embajador de Estados Unidos en Viena, Austria era un gran logro. A pesar de su juventud en aquel entonces, disfrutaba de su vida suntuosa en el enclave alpino, y poco a poco comenzó a coleccionar arte.
Especial curiosidad le causaban las obras del movimiento artístico ‘La Secesión’, de comienzos del siglo XX. Sus protagonistas eran Egon Schiele, Gustav Klimt y Josef Hoffmann. El lema de esta corriente, una de las más destacadas del Art Nouveau, era “A cada época su arte. Al arte su libertad”. Su epicentro era precisamente la efervescente metrópolis europea ubicada a solo 40 km de la entonces frontera soviética.
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Fascinado tanto por la política como por el arte, Ronald Lauder comenzaba a luchar por la restitución del arte saqueado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial a través de múltiples plataformas, para posteriormente transformarse en un hombre de negocios. Así como en multimillonario, filántropo, activista social, y uno de los coleccionistas de arte más famosos.
En la actualidad, Ronald Lauder es conocido como Presidente del Congreso Judío Mundial. Es también el propietario de la Neue Galerie en Nueva York, que presenta una gran colección de arte de arte austriaco y alemán del siglo XX, incluida una de las pinturas más caras de el mundo. La Neue Galerie abrió sus puertas a los visitantes el 16 de noviembre de 2001. Fue fundada por Lauder y su amigo Serge Sabarsky.
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Desde su apertura, la Neue Galerie se ha mantenido fiel a su misión estrechamente enfocada: mostrar el arte y el diseño alemán y austriaco de principios del siglo XX. Junto con su esposa, Jo Carole Lauder, ha aparecido en la lista de los 200 mejores coleccionistas de ARTnews desde 1998. En 2006 la pareja compraba el Retrato de Adele Bloch-Bauer I (1907) de Gustav Klimt, por $135 millones de dólares.
Durante su cargo diplomático, la confrontación de Ronald Lauder con el antisemitismo lo llevaba a explorar sus propias raíces judeo-húngaras. En el proceso, descubría que los judíos todavía vivían en toda Europa. En contra del consenso de ese momento, confiaba en que estos creyentes, devastados por el Holocausto y sofocados el comunismo, abrazarían con gusto su fe y herencia si se les dieran los medios para hacerlo.
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Lauder estaba seguro de que las comunidades judías que alguna vez fuesen orgullosas y que anteriormente habían prosperado en esta región, podrían florecer nuevamente. Se decidía a ayudar. Al reconocer la urgencia de su misión y la magnitud de la necesidad, el acaudalado hombre de negocios establecía inmediatamente su fundación para la educación judía justo tras regresar a Nueva York en 1987. (mov)
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