El planeta recibe un respiro

[vc_row][vc_column][vc_column_text]CON GRANDES poblaciones encerradas en sus casas debido a la cuarentena para hacer frente al avance del coronavirus, la naturaleza ha conquistado los paisajes urbanos. Esto muestra algunas oportunidades y desafíos de un fenómeno inesperado de los tiempos de pandemia. Un puma camina por las calles de Santiago, en Chile. Jabalíes se pasean por Barcelona, en España. Delfines nadan en las costas de Cagliari, en Italia. Los patos pasean con tranquilidad por las antiguamente concurridas calles de París, en Francia.

Esos fueron algunos de los episodios que se registraron desde el inicio de la cuarentena por la COVID-19 en distintas partes del mundo y demuestran que, cuando el ser humano se ausenta, la naturaleza recupera su lugar.

“Con grandes poblaciones confinadas como medida de prevención ante el avance del coronavirus en el mundo, los animales encuentran vía libre para aparecer en lugares inusuales”,

dice The Nature Conservancy. La ausencia del ruido del tráfico en las calles permite oír con claridad el canto de los pájaros. La no circulación de barcos en los canales de Venecia, Italia, se traduce en agua más clara y la aparición de peces, algo impensable en la ciudad que se hunde un centímetro al año, pero que también soporta la presión de recibir 20 millones de  personas al año, cuando esa municipalidad solo cuenta con 53,000 habitantes (conteo de 2019).

En otros casos, como en el Caribe mexicano, ejemplares de especies en peligro de extinción se acercan a zonas urbanas, incluso en hoteles de lujo de Cancún y la Riviera Maya. Un jaguar, una tortuga laúd, hocofaisanes y cocodrilos pasean por las carreteras desiertas, lejos de la saturación turística habitual.

Se trata de un fenómeno propio de los tiempos de pandemia, que los humanos, encerrados en sus casas, viralizan a través de las redes sociales y suponen un desafío para la era post-COVID: ¿es posible repensar la relación entre los humanos y la naturaleza? Romain Julliard, director de investigación del Museo Nacional de Historia Natural de París y una autoridad en relaciones humano- animales, destaca que la presencia de animales salvajes se debe a que, sin la presencia de seres humanos ni la habitual circulación de las zonas urbanas, “tienen vía libre para pasear por las ciudades”.[/vc_column_text][vc_column_text]Aseguró que los animales y aves que viven en parques pueden abandonar sus territorios y, así, “liberar espacio para otros animales”. De su lado, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), explica que estos episodios son cosas normales, sobre todo en localidades cercanas a parques naturales o reservas. No obstante, son “anécdotas” que demuestran “que sin influencia humana, la naturaleza va recuperando su lugar”. En otros casos, la falta de circulación de vehículos significa más posibilidades de sobrevivir para algunas especies. Es el caso del sapo común y la salamandra moteada, que suelen ser “atropellados cuando cruzan las carreteras”, según señala la Oficina Europea de la Biodiversidad.

Para las plantas también es un beneficio. Las orquídeas salvajes crecen entre finales de abril y principios de mayo y muchas veces son recogidas por las personas, pero este año podrían crecer sin ese problema.

Pero no todas son buenas en esta situación. El confinamiento ha representado una complicación para los animales que se alimentan de desechos. Y el encierro obligatorio ha interrumpido operaciones de protección de las especies en peligro de extinción o de lucha contra especies invasoras. Quizás el fenómeno más importante es que nuestra manera de ver a la naturaleza está cambiando: las personas confinadas se están dando cuenta de cuánto extrañan la naturaleza.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]Suscríbete a la revista y regístrate a nuestros newsletters para recibir el mejor contenido en tu buzón de entrada.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]