El oro líquido húngaro que seduce a aristócratas

Por mjimenez | octubre 3, 2021

Placeres para un selecto grupo

La historia vinícola de Hungría no es reciente ni muy conocida. Esto talvez se deba a que en el continente europeo imperan etiquetas de Francia,España, Italia y Alemania, lo que hace que pocos volteen a ver a otros países productores que logran producir vinos de muy buena calidad.

Sin embargo, el norte de Hungría esconde tesoros enológicos que enamoran y el Tokaji es una de sus más grandes joyas. Su variante, el Tokaji Aszú, conocido como vino de lágrima, se encuentra entre los vinos dulces más valorados del mundo, su minuciosa elaboración sigue un proceso que ha perdurado durante siglos. El resultado, un vino elegante dulce, pero con un inusual equilibrio entre dulzor y acidez que le confiere una agradable frescura. Su color es amarillo dorado con reflejos de oro.

“Vinum regum, rex vinorum”: vino de reyes y rey de los vinos… así denominó Luis XIV de Francia al Aszú deTokaj, pues era considerado un regalo de buen gusto entre la aristocracia del Viejo Continente y fue el vino emblemático de los zares rusos hasta que estos descubrieron el champagne.

Joya Enológica Mundial El norte de Hungría esconde auténticas joyas enológicas en sus laberínticas bodegas. Su rey es el tokaj, que conquista el paladar de quienes lo descubren.

Entre los que han sucumbido a su hechizante encanto se encuentra la española familia Álvarez, propietaria del grupo que tiene en Vega Sicilia su gema más preciada. En 1993 apostó por adquirir viñedos y las instalaciones de la bodega Oremus, en la localidad de Tolcsva, en el noreste del país, a unos 250 kilómetros de Budapest, que reacondicionó en 2000. Hoy producen allí alrededor de 285.000 litros entre vinos dulces y secos.

Para entender todo el proceso conviene remontarse a los orígenes de la comarca como región vinícola y detenerse un poco en las complejidades de los procesos de elaboración. Rebuscando en sus raíces, surge la figura del predicador calvinista Maté Szepsi Lacko, quien en torno al año 1630 elucubró el singular método para dar a luz el «vino de lágrima de Tokaji», el mismo que hoy se emplea para elaborar el delicioso aszú, que ha dado fama a la región en el mundo entero.

El proceso alumbrado por Lacko no tiene parangón en el ancho viñedo global: en las mejores añadas, cuando la naturaleza aporta las lluvias necesarias al final del verano, respetando el brillo del sol al inicio del otoño, en Tokaji se realiza una vendimia tardía, en los últimos días de octubre, seleccionando con extremo cuidado los racimos afectados por la Botrytis cinerea, la llamada «podredumbre noble» que diseca lentamente las uvas, concentrando su contenido de azúcares.

El uso de granos botrytizados no es exclusivo de Tokaji. También es característico de los célebres blancos dulces de Sauternes (Burdeos) y otros grandes vinos de la Europa más septentrional, como los Trockenbeerenauslese (TBA) de Alemania y Austria y los Sélection de Grains Nobles (SGN) alsacianos. Pero sólo en la región húngara estas preciadas uvas se recogen en puttonyos (cestos de mimbre o receptáculos de madera, con 25 kg de capacidad), que se añaden al gönc (barrica de roble), que alberga 136 litros de mosto. Dependiendo del número de cestas de uva botrytizada (tres, cuatro, cinco o seis), el vino de aszú será más o menos concentrado.

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