Banderas multicolores adornan la entrada de la nueva gran atracción de Berlín. ‘Abierto’ dice sobre ellas. La construcción del excelso monumento arquitectónico ha tomado 8 años, con un sobrecosto del 12%. Para la fundación que lo administra, este último sería plausible. La finalización del propósito se corresponde con las palabras del ministro de Interior de Alemania, Horst Seehofer. Para el funcionario, “(el sector) de la construcción es el motor de la recuperación económica” del país.
Las donaciones de ciudadanos locales y filántropos acaudalados, de casi $110 mdd, son un factor determinante para reconstruir en su forma original el castillo prusiano, erigido a partir de 1443 a orillas del río Spree. El Gobierno federal terminó aportando casi $690 mdd, una cifra que se elevó a última hora “debido a la pandemia”. El castillo había sido demolido en 1950 por las fuerzas de ocupación soviéticas, reacias a elementos que aludiesen al imperialismo alemán.
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La nueva edificación cuenta con tres fachadas históricas y una contemporánea, diseñadas por el arquitecto italiano Franco Stella, ganador del concurso organizado en 2007. En ese año, el Parlamento nacional decidió que el ‘Palacio de la República’, el principal centro administrativo de la socialista República Democrática Alemana, y emplazado en el mismo terreno de 1,500 metros cuadrados, desaparecería del paisaje de la metrópolis europea. La crítica del diseño lo consideraba un ‘elefante blanco’.
El inmueble, de estilo barroco, y ornamentado con finos detalles, cuenta con un domo de 70 metros de altura, y un interior iluminado. Se incorporan algunos bloques de hormigón preservados. Es accesible a través de 6 portones, que conducen a tres 3 patios de libre acceso a los transeúntes. El espacio de exhibición, de 40,000 metros distribuidos en 5 pisos y 2 sótanos, actualmente puede ser visitado de manera presencial, aunque se debe agendar una cita.
En las catacumbas del complejo se presenta el pasado del lugar, en tiempos del Reino de Prusia. El Estado alemán dice ser consciente de “sus obligaciones como antigua potencia colonial”, las cuales asume impulsando la divulgación histórica. En los niveles superiores serán presentadas exposiciones como ‘Después de la naturaleza’ y ‘Berlín global’. La Univerdad Humboldt de Berlín invitará a su vez a diálogos sobre ciencia y vida moderna.
Los hermanos Fritz Werner Büttner de 81 años y su hermana Helga Kraas, de 83, vecinos de un suburbio del sur de la metrópolis, celebran la inauguracion contemplando, con una copa de vino en la mano, el resultado del propósito para el que han aportado dinero. “Es hermoso”, dicen. En palabras de Michael Müller, alcalde de la aglomeración urbana, la adición al paisaje cultural “tiene un gran simbolismo para los berlineses. El rostro de Berlín recibe una característica nueva, pero a la vez histórica”.
Han pasado 3 décadas de la caída del muro de Berlín, un periodo de impresionante desarrollo urbanístico en el segundo mayor centro político de Europa por detrás de Bruselas. Recientemente se había inaugurado, justo debajo del castillo, la impresionante estación de metro ‘Isla de los Museos’, cercana a dicha y otras atracciones. Fue diseñada por el arquitecto suizo Max Dudler, con un cielo estrellado en azul intenso con 6,500 luces LED blancas.
También entraba en servicio su nuevo Aeropuerto Internacional BER, dejando por fin atrás la coexistencia entre las antiguas terminales estadounidenses (Tegel y Tempelhof) y soviética (Schönefeld). Este proyecto de ingeniería civil, ubicado a 20 km del centro de la ciudad, había estado abandonado por 9 años. Hoy se encuentra sin embargo subutilizado, debido a la baja de pasajeros por la pandemia de COVID-19, y a que la línea aérea alemana Lufthansa aún prefiere volar desde Frankfurt. (Por Martín Obyrne)
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