El centro ATLAS (Air Trafic Laboratory for Advanced Unmanned Systems), en el paraje de Herrera, en Villacarrillo (Jaén, España), se prepara ya para realizar los primeros vuelos experimentales con taxis aéreos sin piloto. Se trata de un área que es considerada como una de las de mayor proyección mundial dentro de la industria aeroespacial internacional.
Tan sólo se está a falta de la regulación y unificación de la normativa europea, pero la intención es que en 2022 los taxis aéreos vuelen los cielos del sur de España, como ya lo han hecho en China. El paraje de Herrera es un entorno privilegiado por disponer de un espacio aéreo cuya situación, climatología y orografía son idóneas para el desarrollo de vuelos experimentales con aviones y aeronaves no tripuladas.
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Las más de 3 mil horas de sol al año o la escasez de lluvias han dejado de ser un atractivo eminentemente turístico para Andalucía. Sus condiciones climáticas hacen de este territorio un lugar estratégico para hacer pruebas y ensayar con todo tipo de drones: desde los más pequeños hasta las grandes máquinas que en un futuro transportarán mercancías y pasajeros por el aire, descongestionando las carreteras.
La comunidad, donde el sector aeroespacial ha construido sólidos cimientos, ha sabido aprovechar estas circunstancias para colocarse como avanzada en España de la industria de alta tecnología de drones, solo superada por Madrid. Un ejemplo de ese impulso es el arranque el pasado 1 de diciembre de las obras de adecuación de El Arenosillo, en Moguer (Huelva), para la construcción del proyecto CEUS, el Centro de Investigación y Ensayos de Sistemas Aéreos No Tripulado.
Cuando entre en funcionamiento en el primer semestre de 2023, sus pistas de aterrizaje y despegue y los hangares se convertirán en unas instalaciones pioneras en Europa para la experimentación con drones de gran tamaño. “En Andalucía había un caldo de cultivo aeroespacial con investigadores punteros y empresas. La climatología y la escasa densidad de vuelos son elementos ganadores. Lo que hacía falta es que todo ocurriese”, señala Antonio Gómez-Guillamón, presidente del clúster Andalucía Aerospace y CEO de AERTEC, una empresa especializada en la industria aeronáutica, sistemas aeroespaciales y de defensa, y aeropuertos.
El proyecto CEUS permitirá hacer ensayos de vuelo y validación de sistemas autónomos de vuelo. “Se trata de una infraestructura científico-técnica única en Europa por su accesibilidad y características excepcionales”, indica Pablo Cortés, secretario general de Empresa, Innovación y Emprendimiento de la Junta de Andalucía.
Empresas internacionales y Estados podrán acudir al CEUS a probar sus máquinas, ensamblarlas, a que sean certificadas y también servirá para entrenar a los pilotos. “Son proyectos ambiciosos y de alto costo tecnológico”, indica Cortes. “Su ubicación con salida al mar y la poca pluviometría permite hacer muchos tipos de vuelo y volar las horas necesarias”, abunda.
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Lo que CEUS será para los grandes drones —claves en el futuro inmediato para el transporte de grandes mercancías y de pasajeros― es ya una realidad con el Centro de Vuelos Experimentales con Aviones no Tripulados- ATLAS.
“No es ciencia ficción, va a ser una auténtica revolución en un sector que tiene unas expectativas de crecimiento grandiosas”, augura Francisco Alarcón Romero, jefe de este centro pionero en Europa con unas instalaciones creadas de manera específica para su uso como centro de investigación y validación de este tipo de aeronaves.
La movilidad aérea urbana es uno de los grandes retos de las ciudades, que se enfrentan a un cambio de paradigma en lo que a transporte de mercancías y personas se refiere. “Dirigirnos hacia ciudades más sostenibles e inteligentes, garantizando a su vez la integración segura de todo tipo de operaciones con drones altamente autónomos (robots aéreos) en entornos urbanos mediante el uso de servicios U-space/ UTM avanzados, es nuestro principal objetivo”, indica Alarcón, sobre el proyecto H2020 de la Unión Europea que acaba de lanzarse, y del que el Centro Avanzado de Tecnologías Aeroespaciales (CATEC) y el Centro de Vuelos Experimentales ATLAS forman parte.
Más allá de los taxis aéreos, el centro ATLAS desarrolla campañas con clientes del ámbito civil y militar que pueden jugar un papel importante en la validación de nuevas tecnologías y aplicaciones con UAS/RPAS, como pueden ser la gestión de desastres naturales, incendios y accidentes medioambientales, vigilancia de tráfico terrestre o marítimo, comunicaciones, meteorología, protección del medio ambiente, apoyo a agricultura y aplicaciones forestales, fotografía aérea, cinematografía, cartografía, y aplicaciones en defensa, seguridad y protección civil.
De igual modo, se han realizado simulacros que han permitido probar con éxito la red 5G en el rescate de personas utilizando vehículos aéreos no tripulados.
La industria aeronáutica andaluza tiene un andamiaje sólido, pero en el empuje del sector de los vehículos aéreos no tripulados, los grupos de investigación que se han consolidado alrededor de la figura de Aníbal Ollero, en la Universidad de Sevilla, han sido el principal propulsor. Ollero es una eminencia en el mundo de los drones. Este catedrático de robótica sevillano lleva 20 años desarrollando iniciativas y generando conocimiento esencial para la aplicación de esta tecnología a ámbitos relacionados con la movilidad urbana, el rescate, la supervisión y seguridad de grandes infraestructuras.
Ollero fue uno de los promotores del CATEC, una referencia internacional en drones que ha sido determinante en el impulso del proyecto ATLAS o de otras iniciativas recientes como el Centro de Innovación UAVs y Movilidad Aérea, promovido también por la Universidad de Sevilla.
Ollero trabaja en modelos inspirados en las aves; no tienen hélices y utilizan las corrientes de aire
Allí Ollero cuenta con un equipo de 80 investigadores que trabajan en 13 proyectos europeos y en 12 contratos con empresas. “Ahora mismo estoy trabajando en dos grandes proyectos, el Aerial Core, que aglutina a 15 universidades y centros de investigación de nueve países de Europa y en el que desarrollamos robótica aérea para realizar técnicas de manipulación, supervisión o trabajos en altura sin intervención de personas, y el proyecto GRIFFIN, en el que desarrollamos una nueva generación de drones bioinspirados”, señala Ollero.
El diseño de estos nuevos aviones no tripulados en los que trabaja Ollero y su equipo está inspirados en las aves —de ahí su nombre que evoca al mítico Grifo―. “Son más seguros porque no tienen hélices y utilizan las corrientes de aire por lo que gastan menos energía, son más eficientes y vuelan mayores distancias».
«Esto les permitirá realizar mapas del entorno, podrán posarse en los brazos o el cuerpo de las personas, interactuar con ellas, u operar en lugares donde no trabajan los drones actuales, realizando mediciones de parámetros vitales”, señala el investigador. “Hay retos tecnológicos que se han ido resolviendo durante los años, pero nos queda mucho camino en campos como la logística, el transporte de mercancías y pasajeros, o el mantenimiento de industrias e infraestructuras”, reflexiona Ollero.
“Las proyecciones internacionales sobre el mercado de los drones hablan de billones de euros y hay que ver cómo aterrizamos esas previsiones”, subraya Cortés. Andalucía es la única comunidad que cuenta con una Estrategia Aeroespacial para el período 2021-2027, en el que además de la Junta ha intervenido Andalucía Aerospace. Según los datos que se incluyen en esa planificación el mercado de drones está valorado en más de US$20 mil millones, y se prevé que para 2025 se incremente hasta los US$54 mil millones.
La Comisión Europea estima que en dos décadas este sector dará empleo a más de cien mil personas. “Para sacar partido de todas estas infraestructuras es necesario acompañarlo de un programa público que incluya compra pública innovadora; para eso tenemos la estrategia”, puntualiza Gómez-Guillamón.
(RM)
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