Los medios de comunicación, de alguna forma u otra, moldean la opinión pública y la postura de un determinado nicho de personas, tanto a nivel nacional como internacional. Supuestamente la información debe ser escrita sin sesgo, pues es la única forma en la que la sociedad puede mantenerse fiel a su moral y tomar una posición al respecto (si quiere o debe).
Pese a esto, cada medio tiene intereses que promover, al igual que una agenda-setting por cumplir, misma que, posiblemente deba escribir excluyendo –e incluyendo– ciertas palabras o posición implícita en beneficio a los altos directivos de la empresa de comunicaciones o, en efecto, al Estado.
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En todos los países la libertad de prensa merece ser un derecho indiscutible. Aunque algunos lo incluyan como herramienta esencial para denotar la transparencia, el mismo Estado se adueña de la mayor parte de los medios de comunicación, dando paso a la desinformación y tergiversación de los hechos.
Desde que desató el conflicto militar entre Rusia-Ucrania, la información ha sido industrial, pero a los miembros en las redes les llama la atención que los hechos se reportan muy distinto según el país de origen.
Esto se debe a que en el caso de Rusia, el gobierno es dueño del 60% de los periódicos, mientras que es el único al mando de todas las estaciones de televisión nacional, según el European Journalism Centre (EJC).
La desafortunada realidad rusa se ha vuelto más obvia desde entonces. TIME informa que una encuesta de titulares en los medios de comunicación rusos esta semana, revela no tanto lo que está sucediendo dentro de la nación atacante, sino más bien lo que el gobierno del presidente Vladimir Putin quisiera que creyeran sus ciudadanos.
Roskomnadzor, –Servicio Federal de Supervisión de las Comunicaciones, Tecnologías de la Información y Medios de Comunicación ruso– establece en un comunicado dirigido a los medios locales que «están obligados a usar solo la información y los datos que hayan recibido de fuentes oficiales rusas», calificando a su vez como «información no verificada y poco confiable» la publicada por medios no identificados.
En territorio controlado por el Kremlin, se minimiza la escala del ataque a Ucrania. Para ellos se trata de una simple operación militar, mientras que para el resto del mundo es una guerra e invasión; la más grande desde la Segunda Guerra Mundial en 1939.
De hecho, la situación relacionada a la libertad de prensa –o emisión de información objetiva– en Rusia es tan crítica que el Ministerio de Defensa destacó que cualquier afirmación sobre aviones, helicópteros y vehículos blindados rusos perdidos son «completas mentiras», en contradicción con los informes internacionales.
El artículo publicado en RIA News también afirmó que el personal militar ucraniano está abandonando sus posiciones «en masa» y que «los guardias fronterizos ucranianos no ofrecen ninguna resistencia». Mientras tanto, los funcionarios ucranianos han destacado historias de guardias que se niegan a retirarse.
Un funcionario estadounidense dijo a la revista TIME que los comentarios despectivos sobre las fuerzas armadas ucranianas son parte de una estrategia rusa:
«Nuestra información indica que Rusia está creando una campaña de desinformación al publicar informes falsos sobre la rendición generalizada de las tropas ucranianas. Nuestra información también indica que Rusia planea amenazar con matar a los familiares de los soldados ucranianos si no se rinden».
(por Paola Ferreras)
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