Si los ordenadores que conocemos hoy en día tienen un antepasado común, ese es el IBM PC. El primero en introducir una arquitectura abierta en la que resulta fácil añadir y reemplazar las partes, el «abuelo» de la computación personal alcanzó un éxito sin precedentes del que se cumplen 40 años.
Lo novedoso del modelo de IBM, por tanto, no fue el concepto, sino su diseño.
Presentada en sociedad el 12 de agosto de 1981, la primera computadora personal del histórico fabricante neoyorquino nació en un mercado emergente que en la década anterior había estado dominado por Apple, Tandy y Commodore, y al que también se estaban adentrando competidores de IBM como Hewlett-Packard (HP) y Texas Instruments.
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Basado en la entonces incipiente idea de la arquitectura abierta, el ordenador que recibió el nombre en clave de Acorn no fue construido íntegramente por una sola empresa, sino que IBM usó partes estandarizadas de varios proveedores para armar un dispositivo compatible con las piezas de otros fabricantes.
El objetivo era salir al mercado con un aparato que, a diferencia de los modelos rígidos que se estaban vendiendo hasta la fecha, diese al consumidor libertad total para adaptarlo a sus necesidades y permitiese a otros fabricantes construir piezas y complementos compatibles.
La apuesta fue un éxito rotundo: IBM llegó a vender 40,000 unidades al mes según informaciones periodísticas de la época; otras marcas inmediatamente empezaron a fabricar siguiendo los mismos estándares; y sólo unos meses después de su salida al mercado, la revista Time nombró al ordenador «hombre del año» en 1982.
La influencia del IBM PC es tal que la palabra que todavía a día de hoy se usa en lengua inglesa para referirse a las computadoras de sobremesa («PC») tiene su origen en este modelo (hasta entonces era habitual hablar de estos ordenadores como «microcomputadoras» en contraste con las grandes máquinas usadas en empresas y laboratorios).
El éxito entre los consumidores aumentó todavía más la presión sobre el resto de fabricantes, que ahora tenían que construir piezas y software compatibles con el popular dispositivo de IBM o se arriesgaban a quedar relegados a una esquina del mercado.
El aparato también supuso un terremoto en la competencia por la primacía de uno de los sectores con mayor proyección para los siguientes años, con el recién llegado IBM imponiéndose a Apple, que había sido la firma de referencia a lo largo de los 70.
Además de lo novedoso de la arquitectura abierta, el IBM PC tenía ranuras para dos disquetes y monitor con color opcional, y se podía comprar en tiendas no controladas por el fabricante como Sears & Roebuck y Computerland, algo que también era la primera vez que ocurría, pero que se convirtió en la norma a partir de ese momento. (efe/pfm)
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