Los adelantos tecnológicos nos van sorprendiendo cada día más; sin embargo, la ciberdelincuencia también se ha adaptado a los tiempos de mayor claridad en materia digital, algo que hace peligrar no solo la integridad de los usuarios de las plataformas digitales, sino también a empresas y organizaciones que dependen de ellas.
Según datos del Buró Federal de Investigación de Estados Unidos (FBI), las pérdidas denunciadas el año pasado ante esta entidad por delitos cibernéticos contra adultos de 50 años o más casi alcanzaron US$3 mil millones, lo que representa un aumento del 62 por ciento con respecto al 2020.
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De acuerdo con Jorge Utrera, Gerente del área de respuesta a incidentes del CERT de SISAP, el ataque conocido como Ransomware (41 por ciento) es la amenaza número 1 en nuestra región, seguido de cerca por los ataques tipo BEC (16 por ciento), dos tipos de ciberataques que se han multiplicado durante la pandemia.
“Tomarse la ciberseguridad a la ligera pensando que nunca seremos víctimas de estos ataques, ya sea en forma personal o en nuestras organizaciones es un error muy inocente que podría tener grandes repercusiones económicas y operativas”, afirmó el especialista.
Es un tipo de código malicioso que secuestra información para luego extorsionar a su dueño, los ciberdelincuentes le exigen el pago de una suma de dinero para recuperar la información o para evitar su divulgación.s
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Phising es un ataque informático que busca conseguir datos personales de los usuarios mediante engaños, suplantando la identidad de organizaciones o personas, con el fin de engañar al usuario final y obtener sus credenciales, números de tarjeta de crédito, sólo por mencionar algunas.
Por su lado, BEC por sus siglas en inglés (Business Email Compromise), es un tipo de ataque muy bien planificado, en donde los cibercriminales logran a base de engaños infiltrarse en conversaciones de las organizaciones para obtener fondos de manera fraudulenta.
El 58 por ciento de los BEC Attacks que lograron robar dinero en un ataque tipo BEC, los ciberdelincuentes inmiscuidos en las comunicaciones de correo electrónico corporativo, estudian y aprenden con mucha paciencia (muchas veces hasta más de seis meses) el modus operandi de la comunicación de la organización a nivel interno y externo, y el tono y manera de las operaciones financieras de las organizaciones.
Este estudio se realiza previo a llevar a cabo el engaño, el cual ejecutan suplantando la identidad en un correo electrónico que en apariencia es “normal”.
Por Redacción Revista Mercado
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