Quizás su niño o niña pasa demasiado tiempo frente a las pantallas de un teléfono móvil o una tablet y es tiempo de hacer que pise los pies sobre la Tierra. Los psicólogos recomiendan estos métodos para llevar a cabo en familia.
Carlos Arturo Guisarre
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A la consulta de los psicólogos ha llegado un nuevo perfil de paciente, niños que usaban muy poco o nada las pantallas y ahora no hay manera de que hagan algo sin ellas. En el caso de los adolescentes, la adicción les suele restar horas de sueño o les causa un gasto de dinero en juegos online o en mejoras de aplicaciones.
Además, preocupan las consecuencias para la salud física y mental. Diversos estudios hablan de la relación entre el abuso de tecnología y aislamiento, problemas de obesidad, hábitos sedentarios con pérdida de masa muscular y pérdida de visión. Pero también puede ser detonante de ansiedad o depresión y, según un experimento realizado por la revista americana de pediatría, los niños que están en contacto de forma habitual con dispositivos móviles son más irritables y muestran una menor capacidad de atención.
Hay solución con estos cinco pasos:
Antes del confinamiento, los expertos ya habían alertado del preocupante aumento del uso de las tecnologías en las niñas, niños y adolescentes. Qustodio, una app de control parental, explica que se ha incrementado un 180 % la utilización de las tecnologías y va a ser difícil recuperar los números iniciales. Muchos niños notarán que les falta algo, las relaciones se construyen con miradas, con empatía, con relación física y eso la pantalla no lo da, así que es ahí es donde se debe incidir en el proceso de desconexión. Pero que se usen más las tecnologías que antes o que los niños y adolescentes se resistan a soltar la pantalla no significa que sean adictos.
Educadores, psicólogos y expertos en adicciones coinciden en que estos hábitos saludables deben comenzar desde que los niños son muy pequeños y hay que sentarse a hablar con ellos y establecer los límites de uso, tanto de tiempos y horarios como de espacios. Es una gracia dejarle delante de la pantalla cuando es pequeño y los padres van a un restaurante, pero hay que pensarlo dos veces porque luego tendrá consecuencias. Es necesario explicarles las normas y por qué se deben cumplir.
Los expertos también proponen que se limiten los espacios y momentos. El teléfono o tablet debe usarse en un espacio común de la casa, no debe usarse mientras el tiempo en familia transcurra ni en las comidas ni tampoco dejarles solos. Igualmente como nadie deja a su hijo de seis años solo una discoteca, no se le debe dejar solo en internet, hay que supervisarlos. Las aplicaciones de control parental pueden ayudar en esos límites.
Los menores acaban haciendo lo que hacen los mayores. Igual que no es posible decirle a un hijo que no beba alcohol con una cerveza en la mano, no es posible pedirle que apague el teléfono si el padre o la madre no deja de mirarlo. Por eso la reflexión y el plan de acción debe ser en familia y con el compromiso de todos.
Las pantallas nunca deberían sustituir interacciones con otras personas, con la familia o los amigos. Por eso, es fundamental compartir actividades deportivas, paseos, juegos al aire libre, trabajos domésticas, hacer comidas, entre otras cosas.
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