En las últimas décadas, la tecnología ha revolucionado la producción de diamantes, permitiendo la creación de gemas sintéticas que superan a las naturales en pureza, belleza y costo. La industria joyera celebra estos avances, ya que los diamantes fabricados en laboratorio no solo son físicamente idénticos a los naturales, sino que también ofrecen propiedades superiores y una producción a gran escala. Este desarrollo ha transformado el mercado de los diamantes, eliminando la escasez y ofreciendo nuevas oportunidades para los consumidores y los joyeros.
Los diamantes de laboratorio son iguales a los naturales en términos físicos y químicos. Ambos tienen una estructura cristalina de átomos de carbono. La fuerza de los enlaces entre los átomos hace que los diamantes sean muy duros. En la escala de Mohs, el diamante tiene una dureza de 10.
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Los primeros diamantes sintéticos eran pequeños y de baja calidad. Pero, en siete décadas, la tecnología ha avanzado mucho. Ahora, los diamantes de laboratorio son más baratos y tienen mejores propiedades ópticas, químicas, físicas y eléctricas. Además, se pueden producir a gran escala, lo que es ideal para la industria joyera.
En 1954, el químico Howard Tracy Hall sintetizó diamantes en un laboratorio por primera vez. Usó una cámara de presión para someter una mezcla de sulfuro de hierro y carbón a alta presión y temperatura. La técnica actual, llamada deposición química de vapor, no se inspira directamente en la naturaleza. Este método también se usa para producir otros materiales, como el borofeno y el berilio.
Para fabricar diamantes, se calienta el carbono hasta que se evapora y se convierte en gas. Luego, se induce su cristalización para que adopte la estructura de un diamante. El científico William Eversole fue el primero en usar esta técnica en 1958. Desde entonces, muchos países han mejorado esta técnica para producir diamantes de alta calidad.
Las técnicas actuales permiten a los científicos controlar las características físicas, mecánicas, ópticas y térmicas de los diamantes. El resultado es que los diamantes de laboratorio son más puros, bonitos y baratos que los naturales. Esto ha eliminado la escasez de diamantes en la industria joyera.
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