La creciente dependencia global de conexiones rápidas y estables choca contra un problema persistente: la infraestructura convencional no llega a todos. Aunque la fibra óptica sigue siendo insuperable en rendimiento, su instalación en áreas remotas o con barreras geográficas suele ser prohibitiva. Ante este desafío, dos gigantes tecnológicos, Google y SpaceX, han desarrollado soluciones disruptivas: Taara, basado en transmisión por luz láser, y Starlink, la red satelital de Elon Musk. Ambas tecnologías prometen llevar conectividad a regiones olvidadas, pero sus enfoques son radicalmente distintos.
Google, a través de su proyecto Taara, ha optado por una solución terrestre pero igualmente innovadora: la transmisión de datos mediante haces de luz infrarroja. A diferencia de la fibra óptica, que requiere cables físicos, Taara utiliza láseres de alta precisión para enviar información a través del aire, eliminando la necesidad de infraestructura subterránea o aérea.
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El sistema se compone de dos terminales, conocidos como Taara Lightbridge, que se alinean entre sí para establecer un enlace óptico. Cada terminal emplea espejos, sensores y algoritmos de seguimiento para mantener la conexión estable, incluso en condiciones atmosféricas adversas. La luz infrarroja, invisible al ojo humano, transmite datos a velocidades de hasta 20 gigabits por segundo, con un alcance máximo de 20 kilómetros.
Uno de los avances más significativos de Taara es su chip fotónico de silicio, que reduce el tamaño del sistema al eliminar componentes mecánicos voluminosos. Este desarrollo permite adaptar la tecnología a entornos urbanos densos o terrenos irregulares donde la instalación de fibra sería prohibitiva.
Instalación rápida. Mientras que desplegar fibra óptica puede tomar meses o años, Taara se implementa en horas.
Bajo consumo energético. Cada terminal opera con solo 40 vatios, equivalente a una bombilla común.
Flexibilidad geográfica. Ideal para cruzar ríos, terrenos montañosos o áreas con restricciones legales.
Costo reducido. Elimina gastos asociados a permisos de obra civil y mantenimiento de cables.
Actualmente, Taara ya está operativo en más de 12 países, incluyendo asociaciones estratégicas con empresas como T-Mobile (EE.UU.), Airtel (India) y Liquid Intelligent Technologies (África). En Kenia, por ejemplo, ha permitido llevar internet a comunidades rurales sin acceso previo a redes convencionales.
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Frente a la propuesta terrestre de Google, Starlink, de SpaceX, apuesta por una red de miles de satélites en órbita baja (entre 340 y 1.200 km de altitud). A diferencia de los satélites geoestacionarios tradicionales, que operan a más de 35.000 km, esta proximidad reduce la latencia y mejora la velocidad de transmisión.
Los usuarios de Starlink requieren una antena parabólica inteligente, apodada «Dishy», que se orienta automáticamente hacia los satélites más cercanos. Estos satélites se comunican entre sí mediante enlaces láser interorbitales, creando una malla global que evita depender exclusivamente de estaciones terrestres.
En términos de rendimiento, Starlink ofrece velocidades entre 50 y 250 Mbps, con una latencia promedio de 20 a 40 milisegundos. Aunque inferior a la velocidad de Taara, su principal ventaja es la cobertura universal, especialmente en regiones donde ni la fibra ni los enlaces terrestres son viables.
Con más de 7,000 satélites activos y presencia en 125 países, Starlink ha demostrado su eficacia en zonas rurales, barcos en alta mar y áreas afectadas por desastres naturales. Sin embargo, no está exento de críticas:
Contaminación lumínica. Astrónomos han alertado sobre la interferencia de los satélites en observaciones científicas.
Costos iniciales. El equipo de usuario ronda los 600 dólares, más una suscripción mensual.
Saturación orbital. El aumento de satélites podría generar riesgos de colisiones y desechos espaciales.
Aunque ambas tecnologías buscan resolver el mismo problema, sus aplicaciones difieren significativamente:
Taara es ideal para extender redes existentes en zonas donde la fibra es inviable, pero requiere línea de vista entre terminales.
Starlink brinda conectividad inmediata en cualquier lugar, pero depende de una infraestructura satelital masiva y costosa.
En lugar de competir directamente, podrían coexistir: Taara como solución para backhaul urbano o regional, y Starlink como alternativa global para áreas remotas o móviles.
La brecha digital sigue siendo uno de los mayores desafíos del siglo XXI. Mientras que Taara acerca la velocidad de la fibra óptica sin cables, Starlink democratiza el acceso en regiones históricamente desconectadas. Ambas tecnologías representan un avance crucial hacia un mundo donde la geografía ya no determine el acceso a la información.
La pregunta no es cuál triunfará, sino cómo su integración podría revolucionar la forma en que nos conectamos.
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