La Inteligencia Artíficial (IA) ha revolucionado numerosos campos. En medicina, la IA se utiliza para diagnosticar enfermedades, predecir resultados de pacientes y personalizar tratamientos. En la industria automotriz, la IA está impulsando el desarrollo de vehículos autónomos que prometen mejorar la seguridad y la eficiencia del transporte.
A medida que la tecnología avanza, la IA se está volviendo cada vez más omnipresente. Desde asistentes virtuales en nuestros teléfonos hasta algoritmos de recomendación en nuestras plataformas de streaming, la IA se ha integrado profundamente en nuestras vidas diarias.
Accede a las historias más relevantes de negocios, bienestar y tecnología. Entérate de nuestros rankings y eventos exclusivos. Suscríbete y recibe en tu correo el mejor contenido de Mercado.
Sin embargo, la omnipresencia de la IA también tiene un costo. El entrenamiento y la implementación de modelos de IA requieren una gran cantidad de energía, lo que contribuye a las emisiones de gases de efecto invernadero. Además, los centros de datos que albergan estos modelos de IA a menudo requieren sistemas de refrigeración intensivos en energía para mantener los servidores a temperaturas seguras.
Este alto consumo de energía puede aumentar la demanda de electricidad, contribuyendo al agotamiento de los recursos naturales y al cambio climático. Además, el funcionamiento de estos sistemas puede resultar en la emisión de gases de efecto invernadero, exacerbando aún más el problema del cambio climático.
La producción global de desechos de equipos eléctricos y electrónicos (DEEE) llegó a una estimación de 62 millones de toneladas en 2022, superando incluso el peso de la Gran Muralla China. Esta cantidad está creciendo a un ritmo de 2,6 millones de toneladas por año, encaminándose a alcanzar los 82 millones de toneladas para 2030, lo que representa un incremento del 33% en comparación con la cifra de 2022.
Los desechos electrónicos contienen sustancias que representan un peligro para el medio ambiente y la salud. El plomo es una de las sustancias que a menudo se liberan al medio ambiente cuando estos desechos son reciclados, almacenados o desechados de manera inadecuada. Las actividades de reciclaje de este tipo de residuos pueden tener diversos efectos negativos en la salud humana, y los niños y las mujeres embarazadas son particularmente vulnerables a ellos.
El impacto ambiental derivado del uso de ChatGPT, un modelo de inteligencia artificial enfocado en el procesamiento del lenguaje natural, presenta una serie de consideraciones importantes que deben tomarse en cuenta.
En primer lugar, su elevado consumo energético asociado a la implementación y entrenamiento de estos modelos de IA. Dada la complejidad y tamaño de estos modelos, se requiere el uso de potentes unidades de procesamiento gráfico (GPU) y una considerable cantidad de energía eléctrica durante el proceso de entrenamiento inicial. Esto resulta en un impacto ambiental significativo debido al consumo continuo de recursos energéticos.
Además, para mantener operativa una instancia en línea de ChatGPT es necesario contar con servidores de alto rendimiento y centros de datos eficientes, los cuales operan las 24 horas del día, los 7 días de la semana para brindar un servicio en tiempo real a los usuarios. Esta infraestructura también conlleva un consumo constante de energía, así como la necesidad de sistemas de refrigeración para regular la temperatura de los equipos, lo que añade una carga adicional al consumo energético global.
Por otro lado, la huella de carbono de la nube donde se alojan y operan servicios como ChatGPT también debe considerarse. Las empresas de tecnología que ofrecen soluciones de IA suelen tener centros de datos distribuidos en diversas ubicaciones, lo que implica emisiones de CO2 derivadas del transporte de datos entre servidores y centros de datos, contribuyendo así al impacto ambiental.
Por último, la actualización y reentrenamiento periódico de los modelos de IA, como en el caso de ChatGPT, para mejorar su rendimiento y relevancia, implica un consumo adicional de energía y recursos computacionales. Este proceso de mantenimiento también tiene un impacto en el medio ambiente, ya que aumenta la demanda de recursos energéticos necesarios para llevar a cabo estas tareas.
A pesar de estos impactos negativos, la IA también puede tener un impacto positivo sobre el medio ambiente. Puede ayudar a monitorizar, analizar y predecir los cambios ambientales, y a diseñar e implementar soluciones innovadoras y sostenibles. Algunas de las aplicaciones de la IA a la ingeniería ambiental incluyen la producción de energía renovable y la optimización del consumo energético, la captura y el almacenamiento de carbono, la geoingeniería solar y la educación y la concienciación ambiental.
Suscríbete a la revista y regístrate a nuestros newsletters para recibir el mejor contenido en tu buzón de entrada.