Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), la ameba conocida como Naegleria fowleri o N. fowleri, se encuentra principalmente en el agua dulce caliente y en la tierra. Esta infecta a las personas cuando el agua contaminada entra en el cuerpo a través de la nariz.
Naegleria fowleri es un organismo amante del calor (termofílico). Crece mejor a temperaturas más altas de hasta 115 °F (46 °C) y puede sobrevivir durante períodos cortos a temperaturas altas. Es menos probable que se encuentre en el agua a medida que disminuyen las temperaturas.
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Se descubrió por primera vez en el sur de Australia en 1965 y progresivamente se ha identificando en numerosos países de América, Europa, África y Asia.
Las infecciones por la enfermedad son raras y tienden a ocurrir principalmente durante los meses de verano de julio, agosto y septiembre. Es más probable que el contagio ocurra en los estados del sur, pero también pueden acontecer en otros estados más septentrionales. Las corrupciones suelen suceder cuando hace calor durante períodos de tiempo prolongados, lo que resulta en temperaturas más altas del agua y niveles de agua más bajos.
97 % Es la tasa de mortalidad, solo han sobrevivido cuatro personas de las 154 infectadas conocidas en los Estados Unidos entre 1962 y 2021
Este rizópodo puede crecer en varios medios líquidos axénicos (es decir, en los que no hay ningún otro organismo vivo) o en placas con pocos nutrientes con bacterias. Se toma una muestra de las aguas contaminadas, se somete a centrifugación y se cultiva con Escherichia Coli en agaragar. Tras varios días, ya se pueden detectar quistes de Naegleria, cuya determinación final puede hacerse con varios métodos moleculares o bioquímicos.
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La lesión inicial se produce en el neuroepitelio. La ameba llega al epitelio olfatorio, rompe la célula olfatoria, la atraviesa y luego pasa por la lámina cribosa del hueso etmoides (más porosa en niños y adultos jóvenes). Viaja por el nervio olfatorio, llega al cerebro, toma los bulbos olfatorios, el espacio subaranoideo y, por último, compromete las meninges.
El período de incubación de la enfermedad dura entre 1 día y 2 semanas desde la infección, pero el inicio de la sintomatología es brusco. Esta se caracteriza por ser fatal (la mortalidad se acerca al 100 %), ya que progresa con mucha rapidez.
Los síntomas de gravedad son el delirio, confusión, agitación, síntomas de irritación meníngea y estado de coma, que puede evolucionar hasta la muerte de la persona infectada, después de 72 horas tras la aparición de los síntomas, por paro cardiorrespiratorio y edema pulmonar.
El período latente es de 3 a 7 días, desde el primer día que entra por la nariz el protozoario inicia la fiebre y una intensa cefalea (dolor de cabeza), poco a poco el paciente presenta fotofobia (molestia a la luz), náusea, vómito brusco y no controlado.
Poco después se manifiesta hipotermia con temperatura menor de 35°C, e inconsciencia parcial, debilidad de extremidades, marcha atáxica, problemas nerviosos de rigidez del cuello, convulsiones, estado de coma y después de una a dos semanas la muerte.
La necropsia reporta un cerebro hinchado, congestionado de sangre con sus coberturas (meninges) hiperemias con pus que escurre a la base del cráneo, el nervio olfatorio completamente desgarrado y los lóbulos frontales de la masa cerebral prácticamente desechos, en una mezcla de pedazos de neuronas, anticuerpos, trofozoítos de amibas, células de tejido y restos de sangre.
Entre 2010 y 2019, se informaron 34 casos en los Estados Unidos. Solo un pequeño porcentaje de los millones de personas expuestas a la bacteria se enferman. Se desconoce por qué algunas personas se infectan tras la exposición y otras no. Una niña de Texas de 10 años murió en 2019 después de luchar contra la “Ameba Comecerebros” durante más de una semana.
En septiembre de 2021, un niño en el norte de Texas murió después de contraer la rara ameba en un parque acuático de la ciudad. En 2020, un niño de 6 años en Lake Jackson, Texas, murió después de la exposición al rizópodo que se encontró en el agua de la fuente donde había jugado.
El caso más reciente ha sido el de un bañista que se encontraba en la playa del Parque Estatal Lake of Three Fires, en el estado de Iowa, que contrajo la ameba, según un comunicado del Departamento de Salud de Iowa. Tras lo ocurrido, se ha prohibido el acceso al lago en plena temporada de verano. El hombre fue hospitalizado en cuidados intensivos y podría haberse contagiado en la propia zona de baño.
“El cierre es una respuesta de precaución a una infección confirmada de Naegleria fowleri en un residente de Missouri con una posible exposición reciente mientras nadaba enel lago”, aseguran las autoridades sanitarias.
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Naegleria tiene una distribución universal. Se han descrito en el medio ambiente, y proliferan en aguas frescas, suelos, alcantarillado, lodo de aguas residuales, aguas de piscinas, arena, frotis faríngeos y nasales.
También se han aislado del aire contaminado con polvo. Esta especie es termofílica y tolera temperaturas de 40-45ºC, a diferencia de otras especies no patógenas.
Hasta el año 1998, se habían descrito más de 344 casos, de los cuales 86 proceden de los Estados Unidos. Se ha encontrado en Nueva Zelanda, Nueva Guinea, España, Australia, Checoslovaquia, Bélgica, Costa Rica y la India.
En América Latina, se han registrado casos en Brasil, Colombia, Venezuela, Perú, Chile; en Argentina en febrero del 2018, se detectó el caso mortal de un niño y en el 2020 se han registrado tres casos, el primero de ellos mortal, de Meningoencefalitis Amebiana Primaria (MAP) en Costa Rica, que afectó a un joven.
En México, se han señalado varios casos de esta enfermedad; se confirmó en 1990 el primer brote en el que se aisló N. fowleri de los pacientes. En Costa Rica, se registró el fallecimiento de un niño. En ocho ciudades de Texas, se emitió alerta por la presencia de la ameba en el suministro de agua.
La mayor cantidad de experiencia en el manejo de suministros de agua contaminada con la enfermedad está en Australia donde se produjeron múltiples muertes durante las décadas de 1970 y 1980 en cuatro estados.
Esas muertes estuvieron relacionadas con nadar en agua potable contaminada o tener otro tipo de exposición nasal al agua contaminada.
Las infecciones se vincularon al transporte del agua por cañerías sobre tierra, a veces por cientos de kilómetros, lo que causó el calentamiento del líquido y bajos niveles de desinfectante. Estas condiciones permitieron la colonización de la bacteria en el agua y las cañerías.
Varios sistemas de abastecimiento de agua en los estados de Australia Occidental y Meridional siguen controlando el agua de sus redes de distribución de agua potable regularmente en busca de colonias de Naegleria fowleri.
La experiencia adquirida en el manejo de la contaminación por la bacteria en determinados sistemas de abastecimiento de agua ha evitado que se produzcan nuevas infecciones en Australia desde entonces.
Algunos de los factores que aumentan el riesgo de infección por Naegleria son los siguientes:
La bacteria provoca una infección cerebral devastadora conocida como Meningoencefalitis Amebiana Primaria PAM, (por sus siglas en inglés). Destruye el tejido cerebral causando hinchazón cerebral y la muerte.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) sugieren que las siguientes medidas pueden reducir el riesgo de contraer una infección por Naegleria:
Varios medicamentos son eficientes contra la enfermedad. Sin embargo, su eficacia no está clara, ya que casi todas las infecciones han sido mortales, incluso cuando las personas fueron tratadas con combinaciones de medicamentos.
Recientemente, dos personas con infección por Naegleria sobrevivieron después de ser tratadas con un nuevo fármaco llamado miltefosina que se administró junto con otros medicamentos y un manejo agresivo de la hinchazón cerebral.
El Departamento de Microbiología en la Universidad de Medicina de Ohio, Estados Unidos, ha mostrado la efectividad de la Miltefosina y de la Clorpromazina para combatir N. fowleri, pues solo se dispone de la Anfotericina B como tratamiento, a pesar de su gran toxicidad y sus efectos adversos en los órganos del paciente.
Artículo retomado de la revista MediHealth, por Celeste Pérez Rodríguez
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