Los manglares son árboles únicos. Con un pie en la tierra y otro en el mar, sobreviven en condiciones de salinidad y anoxia que para otras especies serían imposibles. Pero si hablamos de soluciones basadas en la naturaleza frente al cambio climático, los manglares son un lujo natural, son como un carro de último modelo, especializados, rápidos y eficientes; a diferencia de las selvas tropicales lluviosas, sus tasas de crecimiento son tres veces más rápidas y acumulan de diez a 100 veces más carbono en el suelo.
La superficie, frecuentemente inundado de los manglares, evita que se descomponga la materia orgánica y, en su lugar, se vaya acumulando. Bajo esta capacidad de capturar y almacenar carbono se les clasifica como ecosistemas de Carbono Azul, un término que hace referencia a todo ecosistema costero con alta capacidad de captura y acumulación de carbono (principalmente pastos marinos y marismas costeros).
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Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), existen manglares en más de 120 países, incluyendo República Dominicana. Sin embargo, pese a ser una barrera natural contra los efectos de la crisis climática, este ecosistema ha ido desapareciendo a un ritmo frenético.
Los manglares de República Dominicana, a pesar de contar con protección legal, se encuentran en un estado de deterioro progresivo y están amenazados por distintas causas, como el desarrollo del turismo costero, incluyendo puertos y marinas, las instalaciones de acuacultura, la urbanización, la agropecuaria, la sobreexplotación de especies asociadas (peces, cangrejos, ostiones, aves, etc.), la instalación de salinas, así como la extracción de madera de mangle para construcción y leña, para usos locales (aún dentro de áreas protegidas).
En los últimos 50 años, más de un tercio de los manglares de República Dominicana han sido destruidos y cerca de 25,900 hectáreas de manglares se están deteriorando.
Debido a que su importancia es cada vez más reconocida por la gran cantidad de servicios que aportan, organizaciones comenzaron a realizar campañas educativas para mantener informado a la población sobre la importancia de mantener y conservar uno de los ecosistemas más productivos del planeta.
Una de ellas fue la iniciativa del Grupo Jaragua, que en conjunto con la organización internacional sin fines de lucro Seacology, lanzaron la campaña “ManglarES” cuya misión es “aumentar el conocimiento, apreciación y valoración hacia los manglares a nivel nacional, en virtud de los servicios que aportan para el desarrollo, la adaptación y mitigación ante el cambio climático”.
Es una campaña cinco años que comenzó en 2020 y durante su desarrollo se realizarán diferentes acciones que incluyen charlas educativas, exhibiciones fotográficas, visitas a zonas de manglar, obras de teatro, tours mediáticos, y difusión de información en las redes sociales, que tendrán un papel preponderante en la promoción y conservación de este importante ecosistema.
Sin los manglares como escudo de protección en las costas, los impactos de destrucción, pérdida de vidas humanas, de flora y fauna y pérdidas económicas serían alarmantes.
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