A pesar de su prevalencia, no es muy conocida por el público en general y a menudo se pasa por alto. Sin embargo, es importante estar alerta ya que puede tener graves repercusiones en la salud si no se trata adecuadamente.
La gota es una grave afección que se caracteriza por la acumulación de cristales de ácido úrico en las articulaciones. El ácido úrico es un subproducto natural del metabolismo de las purinas, que se encuentra en alimentos como las carnes rojas, el marisco, las vísceras, las legumbres y las bebidas alcohólicas. Cuando el cuerpo no puede excretar el ácido úrico de manera eficiente, se acumula y forma cristales en las articulaciones, especialmente en el dedo gordo del pie.
Accede a las historias más relevantes de negocios, bienestar y tecnología. Entérate de nuestros rankings y eventos exclusivos. Suscríbete y recibe en tu correo el mejor contenido de Mercado.
Los síntomas de la gota son muy característicos y se presentan con ataques de dolor intenso en la articulación afectada, inflamación, enrojecimiento y sensibilidad al tacto. Estos ataques suelen aparecer de forma repentina, a menudo durante la noche, y pueden durar varios días o semanas. El diagnóstico de la gota se realiza mediante la evaluación de los síntomas y la confirmación de los niveles elevados de ácido úrico en la sangre mediante pruebas de laboratorio.
Te puede interesar: Nootrópicos ¿para qué sirven realmente?
Existen varios factores que aumentan el riesgo de desarrollar gota, entre ellos se encuentran los antecedentes familiares de la enfermedad, el consumo excesivo de alimentos ricos en purinas, la obesidad, la hipertensión arterial, el consumo excesivo de alcohol y la presencia de enfermedades como la diabetes o la insuficiencia renal.
Si la gota no se trata adecuadamente, puede provocar complicaciones graves en la salud. Los ataques de gota recurrentes pueden dañar de manera irreversible las articulaciones, causando deformidades y limitando la movilidad. Además, la gota se ha asociado con un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, como la hipertensión, la enfermedad coronaria y el accidente cerebrovascular.
El tratamiento de la gota se basa en el alivio de los síntomas durante los ataques agudos y en la prevención de nuevos episodios. Para ello, es fundamental llevar una dieta baja en purinas, evitar el consumo excesivo de alcohol, mantener un peso saludable y hacer ejercicio regularmente. En casos más graves, pueden ser necesarios medicamentos para reducir los niveles de ácido úrico en la sangre.
La gota es una enfermedad que debe ser tomada en serio, ya que puede tener un impacto significativo en la calidad de vida de quienes la padecen. Estar alerta a los síntomas y buscar atención médica temprana es crucial para mantener la enfermedad bajo control y prevenir complicaciones a largo plazo. Con la educación y la conciencia adecuada, podemos trabajar juntos para reducir la carga de la gota en nuestra sociedad.