La historia de las hierbas y plantas en la humanidad ha sido de gran trascendencia hasta nuestros días; se han usado con carácter terapéutico, preventivo, así como alimentario, ya que el hombre siempre ha estado en relación íntima con la naturaleza, destaca revistaelconocedor.com.
De esta historia igualmente han formado parte las infusiones, que no son más que preparaciones a base de hierbas silvestres que proporcionan diversos beneficios para nuestra salud, tal como lo reseña alimente. elconfidencial.com.
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Las hierbas silvestres infusionadas, no solo ayudan a templar el cuerpo, sino que adquieren propiedades medicinales, las cuales contribuyen a mitigar un buen número de males y, lo que es mejor, de forma totalmente natural.
Para que dichos beneficios surtan el efecto deseado y sus principios activos realicen la función que les corresponde, es importante saber elaborar este tipo de hierbas, y en infusión es como mejor se aprovechan sus bondades medicinales, terapéuticas y aromáticas.
Hacerla, al contrario de lo que muchos creen, hay que calentar el agua (nunca hervirla) y después agregar la cantidad de planta deseada. Si, por el contrario, el agua hierve, ya no es una infusión, sino una tisana.
Además, con el proceso de ebullición la planta puede perder alguno de sus principios activos, sobre todo los aromáticos.
Las hierbas adquieren propiedades medicinales, que mitigan naturalmente un buen número de males, por tanto, las plantas herbarias comportan numerosos beneficios para el organismo y, por ende, para el bienestar personal.
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La manzanilla es, según algunos, la reina de las infusiones, omnipresente en las alacenas. En la antigüedad, esta hierba era utilizada por las mujeres embarazadas para calmar las náuseas, así como para relajar la tensión muscular durante el parto.
Tal uso era un acierto, pues la manzanilla tiene propiedades calmantes y, además, digestivas.
La melisa, originaria de las zonas mediterráneas del sur de Europa, ya era utilizada por los monjes Carmelitas para la elaboración de su popular agua del Carmen, también conocida como agua de Toronjil, cuya finalidad es calmar los estados nerviosos.
En la actualidad se sigue usando (acertadamente) para calmar los nervios y para disminuir los estados de ansiedad.
Además, parece ser que esta hierba silvestre, de color vivo y retrogusto a limón, ayuda a calmar las palpitaciones y mitigar los casos de asma.
Oriunda del sur de Europa, esta planta aromática y medicinal tiene siglos de historia a sus espaldas, pues ya era utilizada por los romanos para promover la cicatrización de las heridas y para sanar las fiebres y los problemas menstruales.
Sea como fuere, por lo que destaca es por su propiedad estimulante o emenagoga. Es decir, estimula el flujo sanguíneo en la zona del útero y de la pelvis y, además, fomenta la menstruación, por lo que puede ayudar a mitigar las menstruaciones complicadas.
La valeriana es otro de los clásicos omnipresentes en las boticas. Aunque esta hierba ha tenido diferentes usos a lo largo de los siglos (para paliar los dolores menstruales en la antigua Grecia y para mitigar la gota en el siglo XII), su mayor poder lo tiene sobre el sistema nervioso central y, por ende, en el cerebro.
Como condimento, como planta ornamental o medicinal, el tomillo es una de las hierbas silvestres más utilizadas. Además, su uso se remonta a siglos atrás, pues se sabe que en la antigua Grecia la aolicaban como remedio para curar las heridas y en la Edad Media para paliar los casos de asma.
Aunque el tomillo tiene amplia presencia en la cocina como condimento, infusionado es un excelente aliado para reforzar el sistema inmunológico, pues contiene en su composición timol, el cual tiene acción fungicida.
Por tanto, una infusión diaria a base de esta hierba puede ayudar a prevenir dolencias muy comunes y molestas, como catarros, dolores de garganta o tos.
La infusión hecha a base de esta hierba tiene un sabor agradable, refrescante y con un retrogusto a hierbabuena. Ayuda a sobrellevar las digestiones pesadas, y además, promueve la eliminación y la expulsión de las mucosidades.
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Por Héctor García
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