La Osteoartritis es un proceso degenerativo, en el que la articulación sufre daño al cartílago articular, que es un tejido liso que cubre la articulación y se va degenerando, causándole daño, por lo que va perdiendo su función de absorción de carga y deslizamiento. De esta forma se daña el hueso subcondral y ahí se desarrollan cambios degenerativos en la articulación dentro de los que se pueden encontrar espolones.
“Puede ser primaria, que es puramente por inflamación y es una variante, así como puede ser secundaria, que tienen que ver con traumas, sobrecargas y cirugías previas”, afirma William Micheo, experto en Medicina física y Rehabilitación.
Más de 250 millones de personas en Estados Unidos sufren de osteoartritis, siendo la rodilla la articulación más afectada. Entre 15 y 20% de la población, un poco más en mujeres que en hombres la padece, y después de los 60 y 70 años es mucho más presente, en más del 30% de las personas aproximadamente.
Muchas de esas personas tienen artritis no sintomática, ya que es un proceso degenerativo asociado a inflamación, carga excesiva a lo que el cuerpo puede tolerar o a un proceso inflamatorio por daño a la articulación. Es un fenómeno de envejecimiento y hay mucha gente que tiene artritis en áreas que no tienen síntomas, como en la columna, las rodillas y los dedos, siendo las más comunes junto a las caderas.
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No podemos olvidar el factor genético; hay gente que lo tiene más severo que otros, hay gente que le progresa poco y gente que le progresa más. En nuestra sociedad mucho tiene que ver que se hace deporte desde joven y una vez la gente deja de hacer deporte y está lesionado, aumentan de peso y quieren seguir haciendo lo mismo.
Hay que destacar que la osteoartritis no es curable. Los antiinflamatorios no esteroidales y el paracetamol tratan los síntomas pero su uso prolongado pueden tener efectos negativos a la salud cardiovascular y gastrointestinal. La prevención se divide en tres aspectos fundamentales:
Una vez tienes osteoartritis tienes que modificar la actividad; quiere decir reducir el volumen de millaje que corre la persona por semana y combinar con otros tipos de ejercicios, como acuático o bicicleta, además debe hacer ejercicios de fortalecimiento, flexibilidad y balance por lo menos dos a tres veces por semana.
De hacer esto muchos corredores, a pesar de tener artritis pueden seguir corriendo de manera modificada y mantenerse activos. (mh)
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