El cambio climático pone en jaque la sostenibilidad del planeta. Provoca desastres medioambientales, destruye el ecosistema de muchos animales y plantas, es la causa de migraciones forzosas… Y también tiene consecuencias directas en nuestra salud. Así lo demuestra un estudio de la Universidad de Hawái, publicado en la revista científica Nature Climate Change.
La investigación pone cifras a una realidad indiscutible: el cambio climático empeora el 58 % de las enfermedades humanas. En concreto, tal y como recoge la BBC, el calentamiento global incide en 160 enfermedades, el aumento de las precipitaciones y las inundaciones en más de 120 y la sequía, en más de 80.
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“Muchas enfermedades ya están ahí, pero el cambio climático las empeora», explica Camilo Mora, director del estudio. Mora pone un ejemplo de lo más gráfico para explicar nuestra posición de debilidad respecto a este fenómeno: “Yo me puedo sentir fuerte, pero si viene Mike Tyson me va a pegar una paliza. Si además vienen otros tres como él, no voy a sobrevivir”.
Además de enfatizar la gravedad del problema, la investigación fija las 4 vías por las que el cambio climático aumenta el peligro de más de 200 enfermedades:
El cambio climático afecta a las condiciones de vida de muchos lugares del planeta. La sequía, las inundaciones o el aumento de temperaturas derivan en que algunas especies deban mudarse. Así, animales como los mosquitos se trasladan a otras zonas. Y con ellos, algunas enfermedades que transmiten y que, en otras áreas geográficas en las que sus habitantes no están preparados, se agravan.
También sucede con especies que viven alejadas de los humanos y que, por culpa del cambio climático, buscan su espacio en zonas habitadas por personas. La posibilidad de contacto y, con ella, de transmisión de patógenos, aumenta.
El cambio climático, especialmente las catástrofes, pueden obligar a que se produzca el camino contrario. Es decir, que sean los humanos los que se vean obligados a trasladarse en condiciones complicadas, acercándose a los patógenos.
Cuando las condiciones cambian, las especies que consiguen sobrevivir se hacen más fuertes. Es lo que está sucediendo con algunos patógenos. En ocasiones, no logran adaptarse a las nuevas temperaturas o condiciones de humedad, pero si lo hacen, pueden potenciarse.
Además, el que los patógenos estén acomodándose a temperaturas más altas implica que pueden hacer frente al principal arma que tiene el ser humano para combatirlos: la fiebre. Por otro lado, las altas temperaturas ayudan a la reproducción de algunos patógenos. En cambio, la humedad o las inundaciones son un reclamo para los mosquitos, grandes transmisores de enfermedades.
El cambio climático obliga a muchos humanos a huir de sus hogares. Y, en la mayoría de estos casos, implica vivir en condiciones peores y más peligrosas. Por ejemplo, pierden el acceso a su sistema de salud, viven más personas en menos espacio, o en zonas en las que se nutren con más dificultad.
Además, el estrés aumenta, lo que produce daños emocionales y hormonales. En definitiva, las personas se debilitan y su respuesta ante posibles enfermedades empeora.
Por Borja Santamaría, con información de Nature Climate Change, BBC y EFE
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