De momento, el presidente Luis Abinader ha ordenado el cierre de los cuatro pasos fronterizos con Haití; República Dominicana y Haití cuentan con cuatro pasos fronterizos oficiales, aunque la mayor parte de la frontera, de cerca de 380 kilómetros de extensión, no cuenta con vallas divisorias.
Por su lado, el Pleno de la Junta de Aviación Civil-JAC, ha suspendido las operaciones aéreas desde y hacia la Republica de Haití; el Dr. Marte Piantini, presidente de la JAC, ha decretado que de manera excepcional, se permitirá el aterrizaje de aeronaves en el Aeropuerto Internacional La Isabela, Dr. Joaquín Balaguer, para operaciones aéreas con traslado exclusivo de nacionales dominicanos y personal diplomático extranjero debidamente acreditado en la República de Haití. Los referidos pasajeros deberán portar los documentos que acreditan su condición de dominicano o diplomático.
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La noticia del magnicidio del presidente de Haití, Jovenel Moïse, esta madrugada en su residencia en Puerto Príncipe, ha marcado el despertar de la sociedad dominicana este miércoles.
En concreto, el tejido empresarial dominicano ha manifestado, en sendas declaraciones a los medios, su consternación, alegando que ambas mitades de la isla comparten vínculos comerciales estrechos. Para la vicepresidenta ejecutiva de la Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD), Cice Almánzar, se podría generar zozobra adicional, en un momento en el que se veía un “pequeño repunte en las exportaciones hacia Haití”, luego de la pandemia generada por el COVID-19.
Para Almánzar “por el hecho de que compartimos una isla, todo lo que ocurre en Haití tiene un impacto directo en República Dominicana, por lo que el desarrollo de ambos países está directamente relacionado”. La Asociación Dominicana de Exportadores, por su parte, recuerda que Haití, es, aparte del segundo destino principal tanto en volumen como en monto de las exportaciones nacionales, el único con el que la República Dominicana mantiene una balanza comercial positiva, lo que se traduce en una relación que, en circunstancias normales, favorece a República Dominicana, dado la baja demanda de productos haitianos en el nuestro país, y la alta demanda de productos quisqueyanos en la parte occidental de la isla.
El atentado de hoy al hilo constitucional en Haití genera preocupaciones de seguridad en RD. A comienzos de este año se daban avances en la construcción de una verja fronteriza más moderna con equipos de alta tecnología. El objetivo de Abinader era el de “acabar en un plazo de dos años con la inmigración irregular, el narcotráfico, el contrabando y el robo de vehículos y de ganado”.
Según un estudio de 2019 del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales y USAID al respecto, “un abismo económico separa los dos países que comparten la isla de la Hispaniola”. El comercio transfronterizo, “seriamente descontrolado, encabeza estas diferencias y dificulta las relaciones bilaterales”. Las exportaciones de la República Dominicana, valoradas en cientos de millones de dólares, entran de manera ilegal a Haití, admite el documento, “privando al gobierno de los ingresos necesarios para crear empleos, proveer servicios básicos e impedir el crecimiento de los sectores agrícola e industrial haitianos”. Mientras tanto, los haitianos – imposibilitados de obtener empleo, educación, o salud en su país – cruzan a la RD, incrementando la población indocumentada del país.
Las iniciativas realizadas por ambos gobiernos para controlar estos flujos – prohibiendo algunos tipos de intercambio transfronterizo o deportando emigrantes – lo único que han hecho es fomentar la corrupción. Según el informe conjunto de CSIS-USAID “los funcionarios de Aduanas de Haití – sobornados o intimidados por poderosos parlamentarios y empresarios – permiten que los importadores introduzcan sus cargas por la frontera sin ser sometidas a las inspecciones reglamentarias”. Igualmente se destaca que “los soldados dominicanos permiten que los trabajadores haitianos o comerciantes crucen la frontera sólo si pagan un “peaje” para evitar su deportación”.
El diagnóstico elaborado por estas instituciones destacaba que las regulaciones eficientes y efectivas beneficiarían a ambos países; “Haití necesita productos dominicanos y sus conocimientos; la República Dominicana necesita a los obreros haitianos y acceso al mercado internacional”. Sabido es que facilitar el intercambio formal estimularía la inversión, creando empleos en ambos lados de la frontera, también incrementaría las recaudaciones impositivas tan necesitadas, justo en momentos en que Haití sufre una fuerte caída en asistencia internacional, pero todo ello va a quedar en suspenso dada la gran incertidumbre generada por este magnicidio.
Hasta mediados del siglo 20 los Producto Interno Bruto de los dos países eran similares, pero mientras la República Dominicana (RD) ha disfrutado décadas de crecimiento económico la economía haitiana ha languidecido, paralizada por disturbios políticos y desastres naturales. Aunque ambos países cuentan aproximadamente con una población similar – unos 11 millones – la economía de la RD es 10 veces más grande.
Haití es el país más pobre de América Latina y el Caribe y uno de los más pobres del mundo, según el Banco Mundial (BM), con un 60% de su población por debajo del umbral de la pobreza. El PNUD lo sitúa en el puesto 170 de 189 por su índice de desarrollo humano. Su PIB se contrajo alrededor de un 3,8% en 2020, ya que la pandemia de coronavirus agravó la ya débil economía y la inestabilidad política, según el Banco Mundial. Haití es uno de los pocos países que aún no ha iniciado su campaña de vacunación contra el covid-19 y la mayoría de la población no tiene acceso a la atención sanitaria básica.
Tras batir un impactante récord de 20 gobiernos en 35 años, la mayor cantidad de gabinetes en la administración pública en un país del continente americano en el último siglo, la sociedad civil en Haití se prepara para asumir el reto institucional de encontrar un reemplazo legítimo para Moïse. No parece una tarea fácil, ante la carencia de un parlamento en funciones y la interinidad del primer ministro Joseph. (mov/aa)
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