MYANMAR ES UNA de esas naciones de las que casi no se oye, en el mundo occidental. Sin embargo, hoy la noticia de su golpe de estado recorrió cada rincón. Y es que luego de haber entregado el poder a un gobierno de civil, sorprende que el ejército esté tomando de nuevos la riendas.
La detención de Aung San Suu Kyi y otros políticos hicieron pensar en aquellos días que muchos birmanos creían haber dejado atrás. Después de haber vivido 25 años en democracia, de nuevo se ven sumergidos en la opresión militar. De hecho, Suu Kyi y su partido, la Liga Nacional de la Democracia (LND), lideraron el país en los últimos cinco años tras ser elegidos en 2015, en la elección más libre y justa que el país había vivido en mucho tiempo.
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Entre bastidores, el ejército ha mantenido un relativamente un control en Myanmar -también conocido como Birmania-, gracias a que la Constitución le garantiza una cuarta parte de los escaños en el Parlamento, así como el control de los ministerios más importantes del país.
Puede que en las elecciones de noviembre, el Partido de la Unión, la Solidaridad y el Desarrollo (USDP, por sus siglas en inglés), respaldado por los militares, haya ganado solo una fracción de los votos, pero el ejército aún tiene una gran influencia sobre el gobierno gracias a la controvertida Constitución de 2008, redactada durante el gobierno de la junta militar.
No solo les da a los militares una cuarta parte de los escaños parlamentarios de manera automática, sino que además les otorga el control de tres ministerios clave: Asuntos Internos, Defensa y Asuntos Fronterizos.
Mientras la Constitución siga siendo la misma, el ejército retiene cierto control.
Pero, ¿podría la LND, con su mayoría, haber enmendado la Constitución?
Es poco probable, según Jonathan Head en un reportaje para BBC, ya que eso requeriría el apoyo del 75% del Parlamento, algo casi imposible cuando el ejército controla al menos el 25%.
«Tomar el poder por un año, como lo han anunciado, aislará a los socios internacionales no chinos, dañará los intereses comerciales de las fuerzas armadas y provocará una creciente resistencia de millones de personas que colocaron a Suu Kyi y a la LND en el poder por otro período de gobierno». explica Gerard McCarthy, del Instituto de Investigación de Asia de la Universidad Nacional de Singapur.
Phil Robertson, de HRW, señala que la medida pone a Myanmar en peligro de convertirse en un «estado paria» una vez más, y al mismo tiempo enfurecer a los locales.
«No creo que la gente de Myanmar vaya a tomar esto tranquilamente», agrega. «No quieren regresar a un futuro militar. Ven a Suu Kyi como un baluarte contra un regreso al poder militar».
Y aunque todavía hay esperanzas de que esto pueda resolverse mediante la negociación, afirma, si el pueblo birmano comienza a protestar masivamente esto puede ocasionar una crisis mayor.
Fuente: BBC News.
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