Para la Organización de las Naciones Unidas, garantizar la seguridad alimentaria global para el año 2030 es un propósito que ha vuelto a dejar de ser realista. El mundo vivió luego de la primavera de 2020 su primera gran recesión desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. El mecanismo multilateral asegura que el año pasado entre 720 y 811 millones de personas padecieron hambre en el mundo; 161 millones más que en 2019. Ninguna región del planeta está exenta.
Por su parte, la cifra de personas que no habrían tenido acceso a una alimentación “balanceada” en 2020 sería de hasta 2.37 billones, con 320 millones de personas que entraron a esta categoría deficitaria en solo 12 meses. Ante esto, el secretario general de la ONU António Guterres, elogiando el “clima de paz y estabilidad del país”, solicita por medio de una carta al presidente de República Dominicana Luis Abinader, su cooperación para detener una inminente hambruna.
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El primer mandatario de la nación caribeña se mostró solidario ante este requerimiento, sin especificar de qué manera girará recursos o enviará suministros de cooperación. De acuerdo a Guterres, la acción urgente consistiría en aportar “fondos sustanciales al sistema humanitario a través de los planes de respuesta humanitaria, el Fondo Central para la Acción en Casos de Emergencias y los Fondos Mancomunados para Países Concretos”.
La necesidad específica y total de dinero para asistencia humanitaria, de acuerdo a Guterres, es de $6,000 millones de dólares. La prevalencia de desnutrición en América Latina de 9,1%, aunque más alta que en Asia (9,0%), Oceanía (6,2%) y Norteamérica y Europa (menos del 2,5%), sigue siendo menor que la de África (22%). Al sur del Río Grande, El Caribe es la región más afectada, son una tasa del 16,1%. Se mencionan los casos preocupantes de Haití y Venezuela.
El secretario general de la ONU recuerda en su misiva que “la última vez que el mundo se enfrentó al fantasma de la hambruna, en 2017, escribí a todos los Estados miembros para dar la voz de alarma y solicitar su ayuda. (Estos) respondieron generosamente y pudimos evitar el peor de los casos posibles”. En ese entonces, se atendieron necesidades manifestas en el África Subsahriana, en la isla de Magagascar, al oeste del céano Índico; y así como en Yemen.
República Dominicana es un importante productor de alimentos; los dos tercios al este de la isla de La Española producen el 80% de los comestibles que consumen. El país garantiza el abastecimiento pese al impacto de la pandemia, que se manifestaba particularmente en la caída de la demanda. Por otro lado, el ejecutivo admite ser receptor y no emisor de donaciones internacionales. El 63,5% de 153 aportes de socios y privados internacionales en 2020 fueron en especie. (mov)
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