Los candidatos presidenciales Donald Trump y Kamala Harris se preparan de maneras muy diferentes para el crucial debate del próximo martes, que se llevará a cabo en los estudios de la cadena ABC en Filadelfia. Este evento es clave porque, probablemente, será el único debate de la campaña electoral, lo que aumenta su relevancia. Aunque las expectativas no son tan elevadas como en el anterior debate entre Trump y Joe Biden, que tuvo lugar el 27 de junio y que llevó a la retirada de Biden, las encuestas ajustadas y el posible impacto en los votantes indecisos lo convierten en un momento decisivo.
La cita entre la demócrata y el republicano será a las 09:00 pm horas del 10 de septiembre, en el National Constitution Center en Filadelfia, Pennsylvania.
Durante su mitin en Wisconsin, Trump mencionó brevemente el debate, insinuando que podría «destrozar» a Kamala Harris, pero sugirió que, sin importar el resultado, los medios de comunicación lo presentarían como humillado.
Fiel a su estilo confrontacional, ha pasado varios días atacando a Harris, criticando su supuesta inexperiencia, cambios de opinión y lo que considera escasos logros en su carrera política.
En contraste, ha afirmado que no necesita un entrenamiento específico para el debate, alegando que ha pasado toda su vida preparándose para estos momentos. Trump sostiene que su conocimiento sobre los «horribles problemas» causados por los demócratas es suficiente para enfrentarse a Harris, subrayando que ha participado en reuniones y discusiones, pero que al final del día, o se conoce el tema o no.
Por su parte, Kamala Harris ha adoptado un enfoque más estructurado y metódico. La candidate demócrata ha estado preparando intensamente durante cinco días en un hotel de Pittsburgh, simulando las condiciones del debate con la ayuda de un «doble» de Trump que imita su estilo de hablar y sus gestos.
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Este tipo de preparación refleja la diferencia en la forma en que ambos candidatos abordan el enfrentamiento, con Harris prefiriendo un enfoque más controlado y premeditado, en comparación con la actitud más improvisada de Trump.
A pesar de su confianza en no necesitar preparación formal, el equipo de asesores de Trump ha trabajado para asegurarse de que esté listo para las preguntas más difíciles, en especial las relacionadas con sus problemas judiciales.
Matt Gaetz, un congresista republicano de Florida, ha desempeñado un papel clave en estos ensayos, tratando de preparar a Trump para las preguntas que Harris podría plantear sobre estos temas. Sin embargo, existe preocupación dentro del equipo de Trump de que, en lugar de centrarse en las deficiencias políticas de Harris, caiga en ataques personales, lo que podría alienar a los votantes indecisos.
Este enfoque, aunque conecta bien con su base de seguidores, podría no ser tan efectivo para ganar apoyo entre los votantes que aún no han tomado una decisión.
Las reglas para este debate han sido cuidadosamente negociadas por ambos equipos. Se mantendrán muchas de las condiciones del debate entre Biden y Trump, como la ausencia de público, tiempos de intervención cronometrados y la prohibición de contacto con los equipos durante las pausas o de utilizar notas preparadas. Sin embargo, uno de los puntos más debatidos ha sido el uso de micrófonos silenciados.
El equipo de Harris abogó sin éxito por mantener los micrófonos abiertos, argumentando que los intercambios directos son cruciales y que cerrar los micrófonos favorecería a Trump al limitar las respuestas espontáneas.
La elección de la cadena ABC para transmitir el debate ha sido un punto de controversia para Trump, quien ha criticado duramente a la emisora, calificándola como «la más repugnante» y sugiriendo que tiene un sesgo a favor de Harris debido a supuestas conexiones personales entre la candidata y un exdirectivo de la cadena.
Trump ha llegado a insinuar que Harris podría haber recibido las preguntas del debate con anticipación, una acusación que ABC ha negado rotundamente.
A medida que se acerca el día del debate, la especulación sobre si Trump podría retirarse ha disminuido, y parece que seguirá adelante con el evento. Sus fortalezas en el escenario y su estilo teatral podrían darle una ventaja, aunque su tendencia a improvisar y desviar el guion sigue siendo un factor de riesgo.
El desenlace de este cara a cara tendrá implicaciones significativas para ambos candidatos, especialmente en la batalla por los votantes indecisos que podrían inclinar la balanza en las próximas elecciones.
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