El ataque al Capitolio dejó cuatro muertos y al menos 17 heridos, confirmó la alcaldesa de Washington DC, Muriel Bowser. La protesta de los seguidores del actual mandatario Donald Trump, buscaba evitar el conteo de los votos electorales a favor del demócrata Joe Biden.
El caos de este miércoles en el Capitolio americano jamás se le hubiese ocurrido a ningún guionista de Hollywood; con su creatividad, los cineastas nos han presentado la cúpula del poder estadounidense ardiendo en llamas, siendo atacada por extraterrestres, cayendo en medio de un terremoto y hasta ser derribada por gigantescas olas, pero jamás asaltada por una turba de seguidores políticos gritando fraude.
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El presidente Donald Trump insiste en desconocer el triunfo de su oponente demócrata Joe Biden y sus constantes mensajes en redes le han «dado cuerda» a los republicanos radicales, al punto que convocaron una manifestación para detener los procedimientos constitucionales de conteo de votos electorales a favor de Biden. Pero la protesta fue más allá cuando una turba enardecida decidió irrumpir en la sede del Congreso que es el depositario del poder legislativo de Estados Unidos.
Medios internacionales reseñaron que los congresistas y senadores debieron refugiarse en sus oficinas una vez que los violentos manifestantes comenzaron a ingresar. El National Statuary Hall, que es una cámara en el Capitolio con esculturas de estadounidenses prominentes, fue escenario de manifestantes con disfraces y banderas gritando «Trump is my President» desconociendo al presidente electo. Esta podría ser una escena típica en cualquier país de América Latina post elecciones, donde siempre están «acostumbrados» a gritar fraude, pero en la potencia con la democracia más admirada del mundo entero parece mentira que esté ocurriendo.
Una mujer murió al intentar ingresar con un vehículo al Capitolio. Agentes de seguridad le dispararon.
En las redes sociales de inmediato comenzaron a circular las impactantes imágenes del asalto al Congreso. Líderes políticos de inmediato comenzaron a rechazar la acción y el propio Trump pidió a los manifestantes ir a casa en paz. Las autoridades desplegaron extremas medidas de seguridad y la ciudad de Washington fue declarada en toque de queda desde las 6:00 p.m hasta las 6:00 a.m. del jueves.
Sobre el hecho el presidente electo Joe Biden se pronunció y lo calificó como un asalto al Capitolio, a los representantes del pueblo, a los funcionarios de policía que han prometido protegerlos, y a los funcionarios que trabajan en el corazón de la República. «Es un asalto al imperio de la ley, un asalto a lo más sagrado de los esfuerzos americanos. Dijo además que las escenas de caos en el corazón del Capitolio no reflejan la verdadera América y calificó a los manifestantes como «un puñado de extremistas dedicados al desorden”.
“En estos momentos, nuestra democracia se halla bajo un ataque sin precedentes. Pero esto no es una protesta, es una insurrección”.
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