IÑAKI ORTEGA Cachón es el director de la sede de Madrid de Deusto Business School, promueve ser la escuela de negocios más antigua de España y una de las más longevas de Europa. En ese aspecto, se ha dedicado a estudiar las relaciones económicas de España con el resto del mundo, en especial América Latina, observación que genera diversas conclusiones sobre lo que países como República Dominicana pueden hacer mejor para aprovechar las oportunidades que trae el entorno comercial actual.
La guerra comercial, por cruenta que parezca, pudiera traer treguas para naciones que encuentren los recovecos necesarios para colar sus fortalezas. Sobre esto, Ortega conversar con Revista Mercado.
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Lo mejor de la guerra comercial
Los conflictos comerciales son una mala noticia para todo
el mundo. La historia económica deja lecciones claras en torno a que cada vez que se toman decisiones políticas en contra del libre comercio, todos los implicados terminan perdiendo.
No hace falta ser un gran experto en comercio internacional, solo verificar el saldo que dejaron las anteriores guerras comerciales. Siempre que los gobiernos le dan la espalda a los tratados de libre comercio, dejan atrás las organizaciones multilaterales y los acuerdos bilaterales se convierten en la regla, las oportunidades de creación de riqueza se reducen. Estos dilemas de la economía fueron superados con los teóricos del siglo XVIII.
El lamento y la queja no son las mejores políticas públicas, sobre todo cuando es evidente que una nación queda en el medio de la disputa de dos colosos como Estados Unidos y la República Popular China. Lo respon
sable al gobernar un Estado o dirigir una empresa es la búsqueda incesante de la oportunidad, “porque la hay”.
La oportunidad la aprovecharán los Estados y empresas que sepan operar con inteligencia, sin importar el tamaño o escala de estas entidades. ¿Qué es operar con inteligencia? Saber capitalizar los pequeños huecos que quedan en medio de esos conflictos que son naturales como parte de la competencia internacional.
Aunque algunas potencias se enfrenten, otras grandes naciones querrán continuar abriendo sus fronteras, mientras que otras naciones alineadas al conflictos buscarán opciones distintas a las que recurrían habitualmente.
Entonces, naciones como República Dominicana tienen que contar con inteligencia económica. Es decir, aglomerar a todas las mentes expertas en el tema comercial, para que propongan soluciones viables a los Estados y a las empresas.
“Es lo que han hecho países pequeños que se han destacado en el comercio internacional, poner a pensar a sus académicos, diplomáticos, especialistas en políticas comerciales, destacadas figuras de los negocios, entre otros segmentos, para que juntos desarrollen las soluciones que se requieren con fines de competir. Los gobernantes y grandes gestores de empresas tienen que tener la humildad para aceptar que la situación actual excede las capacidades individuales de generar alternativas”
manifiesta Ortega.
República Dominicana tiene fortalezas muy evidentes. El turismo, algunos segmentos de frutas, un entorno excelente para hacer negocios que motiva a grandes multinacionales a radicarse en el país, una ubicación geográfica estratégica, en fin, ventajas que facilitan que alguien quiera pagar por productos o servicios asociados con esas fortalezas.
La inteligencia económica consiste en identificar quiénes pudieran estar interesados en invertir en productos o servicios asociados con esas ventajas visibles, cuáles debilidades internas hay que superar para apuntalar la capacidad nacional de atraer clientes a nivel global y en cuáles aspectos hay que ser más eficientes para estar a la altura o superar a otras naciones con capacidades similares.
Consolidación de la creatividad nacional
“Si pensamos en países que han aprovechado circunstancias históricas adversas, señalaremos a Estados Unidos, Francia, Corea del Sur, incluso España. En esas coyunturas lo que ha habido es un lineamiento entre los poderes públicos y las mentes más privilegiadas del país. Eso se ha hecho a través de pactos, consejos de asesores, de estrategias, vistas públicas pero igual la clave es la humildad que necesitan los planificadores estatales para recibir las sugerencias idóneas”.
En ese sentido, la academia dominicana, los dominicanos ausentes que se destacan en otras latitudes y grandes expertos en áreas específicas de la economía tienen que ser escuchados, porque son una antema de alto valor para compilar esa inteligencia económica que hace falta para planificar con precisión el comercio.
Aprender del brexit
La primera lección que el brexit le puede legar a República Dominicana o cualquier otra nación es que no se puede jugar con fuego. Alentar los sentimientos populistas de una nación es peligroso. Tienen una responsabilidad histórica los gobernantes de Reino Unido que le dijeron a su pueblo que no había necesidad de ser parte de la Unión Europea. “Si algo hizo fuerte a Inglaterra durante los últimos siglos fue su capacidad para establecer su lazos comerciales y ser la metrópoli que centralizaba el intercambio global. ¿Dónde quedó eso? La irresponsabilidad política puede ir muy lejos”.
La segunda lección que República Dominicana puede obtener la situación actual de Reino Unido es que todo lo bueno, “puede dejar de ser bueno”. El país ha disfrutado por algo más de una década de un crecimiento del producto interno bruto sostenido en combinación con estabilidad de precios, pero nada es para siempre y la sociedad debe estar preparada para cambios en el escenario. Hay tres factores que ayudan, como la educación, el orden en las finanzas públicas y el establecimiento de empresas fuertes.
La tercera lección pasa encontrar oportunidades en el marco de los errores que cometen las naciones grandes. Aprender de las equivocaciones de otros es fundamental. “¿Otros cierran sus fronteras? Tú ábrelas, porque eso te dará una ventaja”.
Intercambio con el viejo continente
La relación entre República Dominicana y España es de amistad, comercio y cooperación. “Los españoles nos sentimos en casa cuando visitamos República Dominicana”. Pero los estudios que Ortega y sus colegas de Deusto le hace concluir en que los dominicanos y los españoles no aprovechan todas las posibilidades que trae la cercanía cultural.
“Los dominicanos no aprovechan España lo suficiente, en especial como punto de entrada a Europa. Mientras que los españoles no se apoyan en proporciones adecuadas de las ventajas geográficas que brinda República Dominicana para facilitar el comercio con el resto de América. El primer vínculo de Europa con América se interconectó por medio de República Dominicana”.
Para esto, al menos desde el punto de vista de los dominicanos, es necesario fortalecer el ecosistema emprendedor y el ecosistema innovador. Para que ocurra esto, las instituciones y las personas deben estar alineadas.
La alineación de las instituciones a veces no tiene lugar porque en vez de desarrollarse un “ecosistema”, lo que se experimenta es un “egosistema”, donde las empresas, la academia, los políticos y los ciudadanos han ido por su cuenta.
Ortega plantea que pese a la interdependencia compleja que caracteriza a la economía global, cada nación tiene la facultad de hacer los ajustes necesarios para salir fortalecidos de las circunstancias difíciles. -CG
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