El CEO fugitivo

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Carlos Ghosn se burla de la libertad condicional que le otorgó Japón y huye a Líbano.

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/3″][vc_text_separator title=»CARLOS GHOSN EX CEO RENAULT/NISSAN»][vc_column_text]La oficina del fiscal de Tokio acusó a Carlos Ghosn de mala conducta financiera en noviembre de 2018. Según ese procurador, uno de los CEO más venerados hasta ese momento, había malversado cinco millones de dólares de las arcas de Nissan, estafando a los accionistas del gigante automotriz nipón para “hacerle pagos a un comerciante a beneficio propio”.

Desde entonces, el antiguo CEO de la alianza entre Renault y Nissan pasó de ser de una superestrella de la empresa global, a ser un reo del sistema legal y penitenciario de la nación del sol naciente. Atrás quedaron los días de portadas en las grandes publicaciones de negocios, para encabezar las secciones judiciales de los grandes diarios del mundo.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/3″][vc_column_text]Su causa proyectaba perder, por lo que el ex ejecutivo de 65 años se tendría que haber hecho la idea de vivir tras las rejas hasta los 80. Lo vio poco factible y emprendió una huida que Hollywood no se resistirá de inmortalizar en la pantalla grande en algún punto de esta década.

La manera en la que “el CEO fugitivo” evadió los controles nipones aún no había sido detallada oficialmente a mediados de enero, pero el ex presidente de Renault y Nissan declaró que huyó a Líbano. Voló en un avión privado desde Tokio hasta Turquía, a donde se presentó con un pasaporte francés, que se suponía que debía estar en manos de sus abogados.

Ya en Turquía, tomó otro vuelo hacia Beirut, capital de Líbano, donde compartió la cena de Año Nuevo con la familia de su esposa Carole, de origen libanés, quien, de acuerdo con las distintas versiones, jugó un papel de pivot en la huída más comentada desde que el Joaquín “El Chapo” Guzmán se escapó de un centro penitenciario de máxima seguridad de Sinaloa.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/3″][vc_column_text]Ghosn cambió una modesta vivienda “intensamente vigilada” por la policía en Tokio, por el hotel boutique Albergo de Beirut, uno de los alojamientos de mayor alcurnia del país de Medio Oriente, ubicado en el barrio cristiano, donde se pasea la alta sociedad y operan los restaurantes más exquisitos.

“Dirigí Nissan desde 1999 hasta 2016 y más tarde fui presidente del consejo de administración. Yo representaba otra forma de gestión frente al modelo japonés. Y de golpe, todo cambió. Los fiscales empiezan a decir lo contrario. Me quedé estupefacto. Al tener una reputación tan fuerte, les resultaba difícil deshacerse de mí sin destruir mi imagen. Por eso empezaron a decir que yo era un dictador, un avaricioso. Soy un hombre con decisión, no un dictador”, dijo. CG[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/4″][vc_column_text]Luego de pasar 130 días en prisión, pagó una fianza de nueve millones de dólares y fue liberado condicionalmente en abril de 2019. El brasileño, de nacionalidad francesa y libanesa, se defendió en los tribunales manifestando que “siempre ha hecho lo mejor para los intereses de los accionistas de Nissan” y que “la acusación de la fiscalía de Tokio no era más que otro capítulo en la persecución ultranacionalista de ejecutivos extranjeros”.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»3/4″][vc_single_image image=»42793″ img_size=»full»][vc_column_text]Sobre Carlos Ghosn pesa una acusación de la Justicia japonesa por malversar el dinero de Nissan. Puede ser condenado por 15 años.

[/vc_column_text][vc_column_text]Suscríbete a la revista y regístrate a nuestros newsletters para recibir el mejor contenido en tu buzón de entrada.

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