L
a historia de Sam Bankman-Fried, un joven estadounidense de 30 años (California, 1992), considerado todo un «rockstar» en el mundo de las criptomonedas y prodigio de los mercados de inversiones, sorprende no necesariamente por sus hitos en tan poco tiempo, sino por su acelerada caída y entrada fugaz al club de los millonarios en momentos donde el futuro del mercado de criptomonedas es de pronóstico reservado. El nombre que una vez acaparó los titulares de todo el mundo lo vuelve a hacer, ahora por las razones contrarias que lo llevaron a ese momento en primer lugar.
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Sam Bankman-Fried, hijo de dos profesores de la Universidad de Stanford, estudió física en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) del 2010 al 2014; además de su licenciatura obtuvo una especialización en matemáticas. Su inmersión en los mercados financieros comenzó en 2013 cuando ingresó a la firma comercializadora de ETFs (Exchange-Traded funds), Jane Street Capital.
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Previo a la creación de FTX, Sam Bankman-Fried y Tara Mac Aulay fundaron Alameda Research en 2017, una «empresa comercial cuantitativa». En un primer movimiento maestro, a principios de 2018, la empresa organizó una transacción que movió US$25 millones al día en una jugada que le permitió a Bankman-Fried aprovechar un precio más alto del Bitcoin en Japón, en lugar de Estados Unidos.
Este movimiento lo llevó a fundar la base de su imperio cripto: FTX. Esta empresa, fundada en 2019 con sede en Bahamas y posteriormente trasladada a Hong Kong, fue gestada al interior de Alameda Research. Así, FTX consiguió recaudar en julio de 2021, US$900 millones, con una valoración de US$ 18 mil millones de más de 60 inversores. Binance, competidora número uno de FTX y que poseía acciones de la empresa, terminó por venderlas.
Los primeros saldos positivos en la cuenta de banco de Bankman-Fried comenzaron a pintarse en negro: su fortuna se estimaba en US$26.000 millones. Un futuro prometedor por delante, acuerdos millonarios, por ejemplo, con el mundo de los deportes y una filosofía de vida que incluía la filantropía política, en una faceta diferente de este «titán» en franco ascenso.
Su incursión en la política llevó a Sam Bankman-Fried a donarle al Partido Demócrata y a algunos de sus candidatos, entre ellos, Joe Biden y otros comités de acción política de los demócratas.
A principios de noviembre de este año, el castillo de naipes alrededor de Sam Bankman-Fried y FTX comenzó a tambalearse y bastó un fin de semana para que todo se viniera abajo.
El colapso de la plataforma FTX borró la fortuna de Bankman-Fried. El 11 de noviembre, la filial de FTX en Estados Unidos (FTX US) se declaró en bancarrota. En los documentos para solicitar la protección por bancarrota, FTX y Alameda dijeron que tienen más de 100,000 acreedores, con un pasivo de entre 10,000 y 50,000 millones de dólares, mientras que señalan que sus activos están en esa misma franja.
Paralelamente, FTX anunció que Bankman-Fried dimitía como consejero delegado, aunque dijo que trabajaría para apoyar la transición en la empresa.
FTX llegó a estar valorada en US$32,000 millones y en los últimos días se vino abajo por falta de liquidez.
Con la tormenta encima, Bankman-Fried pidió disculpas y admitió que cometió errores a la hora de calcular los niveles de liquidez que eran necesarios, así como a la hora de dar explicaciones sobre la situación de la plataforma una vez que se desató la crisis.
Mientras tanto, han ido saliendo a la luz numerosos detalles sobre el funcionamiento de la plataforma, entre ellos el hecho de que FTX usó miles de millones de dólares depositados por sus clientes para financiar arriesgadas inversiones.
Fiscales federales de Estados Unidos están investigando el derrumbe de la plataforma FTX, en particular el uso de dinero de clientes en arriesgadas inversiones de una de sus firmas asociadas, según informó The Wall Street Journal.
Los fiscales estarían centrándose en las posibles ilegalidades cometidas por la plataforma al supuestamente haber prestado fondos depositados por sus clientes a su firma de inversiones Alameda Research, una práctica que en general está prohibida en los sectores financieros regulados.
A raíz de la caída de FTX y el lanzamiento de la investigación, Changpeng Zhao, CEO de Binance, defendió una «mejor regulación del sector». «Necesitamos ciertas regulaciones para proteger a los clientes y para que el sector sea más estable», dijo Zhao durante su intervención en el foro de negocios del G20.
«Viendo lo que acaba de pasar con FTX, creo que es obvio que necesitamos más transparencia, más claridad y mejores reglas», manifestó Daniel Vogel, CEO y cofundador de Bitso, en una entrevista a EFE con motivo de su participación en la décima edición de la Labitconf, el evento sobre criptomonedas más importante de América Latina.
Por Gabriel Rico Albarrán
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