Es el cerebro detrás del robot. El ideólogo de la inteligencia artificial que en poco más de un mes ha revolucionado internet, y que aspira a ser la gran alternativa al dominio de Google. A sus 37 años, Sam Altman dirige los destinos de OpenAI. O lo que es lo mismo, es el CEO de la compañía creadora de ChatGPT, el fenómeno que podría cambiar el mundo de la creación y búsqueda de contenidos, el empleo o la enseñanza en cuestión de meses. Su impacto ha sido tal que Microsoft prepara US$10 mil millones para comprar el 49 % de la empresa.
Mientras, Altman no renuncia a su estilo desenfadado y sigue desarrollando su ambición innovadora. Todo empezó con un flechazo. El que tuvo, a los 8 años, con su primera computadora.
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Nacido en Chicago y criado en San Luis, la de Altman es la historia de un adelantado, un tipo con una visión vanguardista que convierte el futuro en proyectos presentes. Su fascinación por esa computadora prendió su vocación, que lo llevó a matricularse en la Universidad de Stanford para estudiar informática. Pero su vena emprendedora se impuso. Al más puro estilo Bill Gates o Steve Jobs, en 2005 decidió abandonar sus estudios y fundar su primera empresa. Tenía 19 años.
Loopt fue su proyecto inicial y una magnífica definición de su capacidad para adelantarse a los tiempos, algo que no siempre es sinónimo de éxito en el ámbito de los negocios. Altman apostó lanzarse a un mundo que por aquel entonces estaba en una fase casi embrionaria, empezando a arrancar. Creó una aplicación móvil para redes sociales cuando Facebook apenas llevaba un año de vida y los smartphones no habían alcanzado la cima de su éxito (quedaban dos años para que el primer iPhone viera la luz). Pese a recaudar US$30 millones en una ronda de financiación, no pudo dar continuidad al proyecto. Eso sí, Green Dot Corporation pagó US$43.4 millones por la empresa en 2012.
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Su olfato había quedado demostrado, por lo que en 2011 se convirtió en socio de Y Combinator, una compañía dedicada a financiar e impulsar startups. Tres años más tarde, fue nombrado presidente. Entre los incipientes proyectos por los que apostó se encuentran nada menos que Airbnb, Dropbox, Stripe, Coinbase o Zenefits.
El ADN innovador le encaminó hacia una nueva pasión, que terminó convirtiéndose en convicción: la inteligencia artificial. Así, en 2015, Altman dio el paso que puede terminar cambiando nuestras vidas. Fundó OpenAI junto a un grupo de inversores y empresarios. Entre ellos, Elon Musk.
the first day of openai, seven years ago today pic.twitter.com/4kQUQtgb6t
— Sam Altman (@sama) January 4, 2023
El objetivo inicial del proyecto, que nació sin ánimo de lucro, era fomentar el uso de la inteligencia artificial en beneficio de la sociedad. Con una inversión inicial de US$1,000 millones y sustentándose a través de millonarias donaciones, la compañía echó a andar con una misión ambiciosa: conseguir que la evolución de la IA se tradujera en un beneficio para ser humano y el planeta, y no al contrario.
Siete años después, OpenAI ha multiplicado su valor y ha creado dos proyectos llamados a marcar un antes y un después: DALL-E, que genera imágenes a partir la información que el usuario le facilite, y ChatGPT, que responde a todo tipo de solicitudes de forma fluida, natural y precisa, creando incluso textos extensos y especializados.
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La evolución de esta última herramienta no ha gustado en absoluto a uno de los fundadores del proyecto. Como recoge Vanity Fair, Elon Musk dejó OpenAI en 2018 para evitar un posible conflicto de intereses con sus empresas, caso de Tesla o Neuralink, aunque siguió financiando la compañía. Sin embargo, el pasado 4 de diciembre, con ChatGPT revolucionando la red, se lamentó de que el bot accediese a las bases de datos de Twitter para entrenarse. «OpenAI comenzó con código abierto y sin ánimo de lucro. Nada de eso sigue cumpliéndose«, añadió.
Not surprising, as I just learned that OpenAI had access to Twitter database for training. I put that on pause for now.
Need to understand more about governance structure & revenue plans going forward.
OpenAI was started as open-source & non-profit. Neither are still true.
— Elon Musk (@elonmusk) December 4, 2022
Lo cierto es que desde 2019, fecha en la que Altman se volcó al 100 % en el proyecto, el lado altruista de OpenAI convive con uno enfocado al negocio. Así, algunos expertos apuntan a que la empresa podría obtener US200 millones en beneficios este año y US1,000 millones en 2024.
Al mando de la nave, un CEO atípico, que tutea al riesgo y muestra un estilo alejado del traje y la corbata. Con el pelo revuelto y vestido con sudadera, pantalones cortos y zapatillas deportivas, Sam Altman está cambiando el mundo.
Borja Santamaría
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