Cuatro técnicas para dejar de estancarse en el estrés

Por | febrero 27, 2024

En una época en la que más del 76% de los estadounidenses informa que el estrés está afectando su bienestar, ¿no sería bueno si pudiéramos aprender a dejar de lado nuestros factores estresantes de vez en cuando?

Muchos de los afectado sufren lo que los investigadores llaman cognición perseverante, que es una frase elegante para “pensar demasiado”, rumiar y preocuparse. Si bien es fácil imaginar que este tipo de pensamiento puede prepararnos mejor para manejar el estrés, la ciencia sugiere que en realidad convierte el estrés agudo en estrés prolongado.

La buena noticia es que mejorar tu capacidad para permanecer presente puede permitirte dejar de lado problemas estresantes que no puede resolver de inmediato. Estas cuatro estrategias pueden ayudarte a mejorar tu flexibilidad psicológica:

1. Ánclate

La próxima vez que tus pensamientos te hagan girar en la dirección equivocada, tómate un momento para sentir el peso de tus pies en el suelo, y luego considera:

  • ¿Qué estoy pensando?
  • ¿Qué estoy sintiendo en mi cuerpo ahora mismo?
  • ¿Qué estoy haciendo ahora?
  • Luego, pregúntate: ¿Me están ayudando mis pensamientos en este momento?

Por ejemplo, si mientras te preparas para ir a la cama estás repasando la agenda de mañana y el día loco que te espera, anclarte puede ayudarte a captar lo que estás haciendo. Por supuesto, anclarse requiere esfuerzo y voluntad, pero es una buena manera de generar conciencia sobre dónde te encuentras.

2. Tómate tus pensamientos menos en serio

En lugar de permitir que nuestros pensamientos incesantes dicten nuestras vidas, podemos utilizar la defusión cognitiva (tomar los pensamientos de manera menos literal) para crear conscientemente cierta distancia y perspectiva, mientras los tomamos menos en serio.

Porque, al fin y al cabo, ¿qué son los pensamientos? Son simplemente patrones de ideas, no verdades estrictas. Es difícil quedarse estancado rumiando si tratas tus pensamientos menos como cemento y más como plastilina.

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3. Siéntate con la incertidumbre

Una de las razones por las que puede resultar convincente rumiar es la ilusión de que, al analizar todas las posibilidades desastrosas de la vida, podrás anticiparlas y evitarlas. Pero, irónicamente, no ser capaz de tolerar la incertidumbre en realidad predice dificultades con la ansiedad.

Como alternativa, observa si estás pensando en algo como:

  • «¡Necesito saberlo!»,
  • «Lo peor va a pasar».

Si es así, intenta volver al momento presente con franqueza y curiosidad, y deja de hacer permutaciones interminables mientras relajas la mandíbula, la cara y las manos.

Aceptar la incertidumbre puede significar sentarse con cierto temor, pero la alternativa es tratar de microgestionar la realidad, lo cual simplemente no es posible. Aceptar tus emociones también deja claro que, a diferencia de la rumiación, los sentimientos son bastante transitorios cuando permanecemos presentes en el momento.

4. Autovalídate

Los problemas no resueltos con las personas con las que nos topamos a diario pueden alimentar fácilmente el pensamiento excesivo. Y aunque repetir una situación injusta una y otra vez puede parecer una forma de justificar nuestra angustia y tener voz y voto en el asunto, esas conversaciones mentales sólo prolongarán tu malestar.

En su lugar, prueba una estrategia que se utiliza a menudo en la terapia dialéctica conductual conocida como autovalidación, en la que legitimas tus emociones y dejas de repetir el ciclo hiriente.

Por ejemplo, podrías pensar algo como: “Esto no es lo que esperaba. Por supuesto que me siento enojado y triste”, lo que puede aliviar un poco el dolor, en lugar de repetirte la injusticia y mantener la angustia en su máxima intensidad.

La autopromoción: cómo practicarla sin sonar egocéntrico

De Harvard Business Review, por Jenny Taitz

(Jenny Taitz es psicóloga clínica)

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