El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ha anunciado una medida que promete cambiar drásticamente la política comercial del país. Durante una publicación en Truth Social, Trump reveló la creación del Servicio de Ingresos Externos (External Revenue Service, en inglés), un nuevo órgano dedicado a recaudar aranceles y gravámenes de fuentes extranjeras. Este anuncio, realizado el 14 de enero de 2025, coincide con el inicio de su segundo mandato presidencial.
Trump no ha ocultado su intención de imponer medidas comerciales más estrictas desde hace meses. En su mensaje, destacó que “por fin los que se lucran a nuestra costa con el comercio empezarán a pagar lo que les corresponde”. Esta declaración refleja una postura firme hacia lo que considera acuerdos comerciales desfavorables para Estados Unidos.
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El Servicio de Ingresos Externos, comparado por Trump con el Servicio de Impuestos Internos (IRS), será responsable de gestionar estos nuevos aranceles. La creación de este organismo es una medida que refuerza su visión proteccionista, enfocada en priorizar la economía estadounidense sobre el comercio internacional.
Entre las primeras medidas anunciadas, destaca un arancel del 25 % sobre todos los productos importados de México y Canadá. Esta medida busca presionar a estos países para renegociar los acuerdos comerciales actuales, que Trump ha calificado de “blandos y patéticos”. Además, planea un arancel del 10 % sobre productos chinos, vinculado a la exigencia de frenar la entrada de fentanilo, un problema que considera una amenaza para la salud pública en Estados Unidos.
Estos aranceles podrían tener un impacto significativo en las relaciones comerciales con estos países. Por un lado, podrían generar tensiones diplomáticas y posibles medidas de represalia. Por otro, podrían encarecer productos esenciales para los consumidores estadounidenses, afectando su poder adquisitivo.
La implementación del Servicio de Ingresos Externos podría redefinir el panorama del comercio global. Estados Unidos, como uno de los mayores mercados del mundo, tiene un papel crucial en las cadenas de suministro internacionales. Las medidas arancelarias propuestas podrían alterar estas cadenas, forzando a los exportadores a buscar alternativas para mantener su competitividad.
Además, esta política proteccionista podría estimular la producción interna en ciertos sectores, incentivando a las empresas a fabricar sus productos dentro de Estados Unidos. Sin embargo, también podría afectar negativamente a la economía mundial, aumentando los costos de producción y reduciendo el comercio internacional.
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Las críticas no se han hecho esperar. Expertos en comercio han advertido que estas medidas podrían desencadenar guerras comerciales con socios estratégicos. Adicionalmente, consideran que el aumento en los costos de importación podría trasladarse directamente a los consumidores, incrementando la inflación en Estados Unidos.
Por otro lado, algunos analistas han cuestionado la necesidad de un nuevo organismo como el Servicio de Ingresos Externos, dado que el IRS ya tiene capacidad para gestionar ingresos. Esto plantea dudas sobre la eficiencia y los costos administrativos de la medida.
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La visión de Trump de convertir los aranceles en una herramienta central de su política económica refuerza su enfoque proteccionista. Para él, “arancel” es “la palabra más bonita del diccionario”, y su implementación representa una manera de corregir lo que considera desequilibrios comerciales históricos.
Sin embargo, el éxito de estas medidas dependerá en gran medida de cómo las maneje la administración. Una aplicación estricta podría fortalecer ciertos sectores económicos, mientras que una ejecución inadecuada podría generar caos en los mercados.
Los países afectados por estas medidas han expresado preocupación y están evaluando posibles respuestas. México y Canadá, socios clave bajo el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), podrían buscar renegociar términos para evitar mayores tensiones.
China, por su parte, podría considerar medidas de represalia que incluyan restricciones a productos estadounidenses. Esto podría intensificar las tensiones existentes entre las dos potencias y afectar mercados clave como la tecnología y la agricultura.
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