La reciente expansión de los BRICS y sus movimientos para desafiar la hegemonía del dólar han generado tensiones significativas en el panorama económico mundial. Esta situación ha provocado fuertes reacciones, especialmente del presidente estadounidense Donald Trump.
Inicialmente, el término BRIC fue acuñado en 2001 por Jim O’Neill, economista de Goldman Sachs, para referirse a las economías emergentes de Brasil, Rusia, India y China. Posteriormente, en 2010, Sudáfrica se unió al grupo, transformando el acrónimo en BRICS.
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El grupo surgió como una alianza estratégica entre economías emergentes que buscaban mayor representación en el sistema financiero internacional. Desde entonces, han establecido instituciones como el Nuevo Banco de Desarrollo, también conocido como el Banco de los BRICS.
La creación de este banco en 2014 marcó un hito importante, ya que representó el primer paso concreto hacia la construcción de una arquitectura financiera alternativa. El banco tiene su sede en Shanghái y cuenta con un capital inicial de 100.000 millones de dólares.
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Las declaraciones de Trump contra los BRICS reflejan una preocupación más profunda en Washington sobre la pérdida de influencia económica global. Sus amenazas de aranceles del 100% demuestran la seriedad con que Estados Unidos ve este desafío.
La administración Trump ha utilizado consistentemente los aranceles como herramienta de presión en política exterior. Esta estrategia busca mantener la supremacía del dólar y el control estadounidense sobre el sistema financiero global.
El expresidente considera que los BRICS representan una amenaza directa a los intereses económicos estadounidenses. Su postura refleja un cambio significativo en la política exterior americana hacia un enfoque más confrontacional con las potencias emergentes.
Las tensiones actuales se centran en los esfuerzos de los BRICS por reducir su dependencia del dólar estadounidense. Este movimiento representa un desafío significativo al sistema monetario internacional existente desde los acuerdos de Bretton Woods.
Los países BRICS han comenzado a implementar sistemas de pago alternativos para reducir su exposición al dólar. China, en particular, ha sido líder en este esfuerzo con el desarrollo de su sistema de pagos transfronterizos CIPS.
Además, el grupo está explorando la creación de una moneda común para el comercio internacional. Este proyecto podría revolucionar el sistema de pagos global y reducir significativamente la influencia del dólar.
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El impacto potencial de los BRICS en la economía mundial es considerable. Actualmente, estos países representan más del 40% de la población mundial y aproximadamente un tercio del PIB global.
La desdolarización propuesta por los BRICS podría alterar significativamente el comercio internacional. Varios países ya han comenzado a realizar transacciones en sus monedas locales, reduciendo gradualmente su dependencia del dólar estadounidense.
El comercio intra-BRICS ha aumentado significativamente en la última década, creando un mercado interno robusto que podría funcionar con menos dependencia del sistema financiero occidental.
La reciente expansión del grupo para incluir a Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Etiopía, Argentina e Irán marca un punto de inflexión. Esta ampliación aumenta significativamente el peso económico y geopolítico del bloque.
La inclusión de importantes productores de petróleo como Arabia Saudita e Irán podría acelerar la desdolarización del comercio de hidrocarburos. Esto representaría un golpe significativo para el estatus del petrodólar.
Los BRICS están desarrollando infraestructuras financieras alternativas, incluyendo sistemas de compensación y liquidación independientes. Estos desarrollos podrían reducir su vulnerabilidad a las sanciones económicas occidentales.
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Sin embargo, los BRICS enfrentan importantes desafíos internos. Las diferencias en sistemas políticos y económicos entre sus miembros pueden complicar la coordinación de políticas.
La resistencia de las instituciones financieras tradicionales y las presiones políticas occidentales representan obstáculos significativos. La transición hacia un sistema financiero alternativo requiere tiempo y recursos considerables.
Además, la heterogeneidad de las economías BRICS puede dificultar la implementación de políticas monetarias comunes. Las diferencias en niveles de desarrollo y estructuras económicas presentan desafíos adicionales.
La evolución de los BRICS podría llevar a un sistema financiero internacional más multipolar. Este cambio representaría una transformación fundamental en el orden económico global establecido después de la Segunda Guerra Mundial.
La tensión entre Estados Unidos y los BRICS refleja una lucha más amplia por el liderazgo económico global. El resultado de esta confrontación podría determinar la estructura del sistema financiero internacional en las próximas décadas.
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