Menos de mil millones de dólares gastó República Dominicana en importaciones de petróleo y derivados en el primer semestre de este año.
Se trata de algo más que una simple cifra. Es el reflejo de lo que aconteció en la economía dominicana en ese período, caracterizado por el efecto pandemia. En toda la década, las compras de petróleo han representado la cuenta más grande de las importaciones dominicanas. La facturación en los primeros semestres tuvo su menor valor en 2016, con US$1.058.6 millones, no porque el país hubiera decidido en ese entonces consumir menos combustibles, sino porque el valor del barril había bajado sensiblemente, como reflejo del mercado mundial. En contraste, en el 2012, la cuenta había ascendido a US$2,396.2 millones, en un período de plena escalada de precios. Pero en el 2020 todo cambió.
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Las corrientes comerciales marchaban normalmente en el primer bimestre, pero en marzo el mundo se dio cuenta de que todo cambiaría, porque los países europeos empezaron a cerrar sus fronteras y, aún más grave para sus economías, estaban cerrando actividades, paralizando empresas y confinando en casa a la población. Y ese era el inicio de la crisis en el mundo occidental, porque ya en China la situación era delicada y en otros países del oriente de ese continente se extendía el pánico ante el enemigo que trastornó el comercio internacional: el covid-19.
Como consecuencia de ese panorama de confinamientos, paralizaciones productivas y cierres fronterizos, la circulación de vehículos disminuyó sensiblemente en todo el mundo, al tiempo que los aviones se quedaban parqueados en los aeropuertos. Y ello produjo lo que los países exportadores aún lamentan: la caída de la demanda mundial de petróleo, originada en el hecho de que por todo el planeta ya había stocks suficientes. En República Dominicana ocurrió lo mismo. La reducción del tráfico vehicular causó una merma generalizada en las ventas. Por ende no había necesidad de traer tanto petróleo y ello llevó a las importaciones de este a sumar solo US$994 millones entre enero y junio. Esa cifra significa una reducción de US$876 millones respecto de las compras del mismo período de 2017.
Más representativo es decir que el descenso en el costo de las importaciones de crudo y derivados fue del 47 % entre junio de 2019 y junio de 2020. Esa es una buena medida de la crisis del covid-19. Golpeó de tal manera a la economía, que las compras de combustibles cayeron a prácticamente la mitad. Naturalmente, en el segundo semestre tal tendencia se está revirtiendo, porque a medida que los sectores de la economía van recobrando su actividad, la demanda de combustibles repunta. Cuando se haga el balance del año completo, el valor de la la factura petrolera no mostrará una caída como la del primer semestre. Empero, no crecerá, y es previsible que no alcance los US$3,000 millones que superaba con facilidad en años anteriores. Lo que ningún Gobierno pudo, lo logró el covid-19.
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