[vc_row][vc_column][vc_column_text]EL 2019 fue un año bueno para República Dominicana como receptor de inversión extranjera directa, con valores que llegaron a los US$3,012.8 millones. Aunque se trata de un monto menor al 5 % del producto interno bruto (PIB) local, las autoridades celebraban un alza relevante en esta cuenta macroeconómica en relación a las cifras de 2018, que solo habían contabilizado US$2,535.3 millones.
Dentro de la década, el período que se extiende de 2010 a 2019, el punto más luminoso es el 2017, cuando una bolsa de US$3,570.7 millones cuantificó la inversión extranjera directa que el país recibió ese año. Ese número estaba en mente de los planificadores estatales y los grandes empresarios, como parte de las metas planteadas para que el capital foráneo se dispare en 2020. Una economía pujante, con sectores destacados en franco crecimiento fortalecían las apuestas en torno a conquistar los apetitos globales de rendimientos. Las hélices estaban encendidas y la nave iba a toda macha sobre la pista, hasta que llegó el coronavirus.[/vc_column_text][vc_column_text]El turismo, quizás la industria más golpeada a nivel global por las medidas de cierre de fronteras y distanciamiento social destinadas a controlar la propagación de la COVID-19, fue la carta de triunfo para elevar los números de inversión foránea. El 2019 cerró con flujos de capitales de fuera por valor de US$884.1 millones para la industria de viajes, destinados mayormente a la construcción y remodelación de complejos turísticos.
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En ese aspecto, el beach resort es la tarjeta de presentación que las autoridades llevan a ferias internaciones como la FITUR de Madrid (España) y la ITB de Berlín (Alemania).[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_separator][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]Fueron comunes los primeros palazos del presidente Danilo Medina, ceremonias que anunciaban las edificaciones de nuevos “todo incluido”. Esos resorts han mantenido sus puertas cerradas entre mediados de marzo y mediados de mayo. La Asociación Nacional de Hoteles y Turismo (ASONAHORES) anunció la clausura temporal, como consecuencia lógica de la disposición del Poder Ejecutivo de cerrar la frontera, disponer de medidas de distanciamiento social y decidir que solo una serie de establecimientos deben permanecer abiertos en medio de la crisis sanitaria.
Resulta que para mediados de abril la Organización Mundial del Turismo (OMT) proyectaba pérdidas superiores a los US$24,000 millones, solo para industria de viajes alusiva a la hotelería, sin contar con las agencias, el transporte (aéreo y terrestre), los cruceros ni la experiencia gastronómica.[/vc_column_text][vc_column_text]uno de los sectores más afectados y la OMT ha revisado su previsión de 2020 para las llegadas internacionales y los ingresos por turismo internacional, aunque hace hincapié en que es probable que haya que revisar esas predicciones en el futuro cercano.
En el contexto de las restricciones a los viajes que se están introduciendo, la OMT subraya la importancia del diálogo y la cooperación internacional y destaca que el desafío de la COVID-19 representa también una oportunidad para mostrar cómo la solidaridad puede ir más allá de las fronteras”, publica la Organización Mundial del Turismo en un comunicado digital en el que procura inspirar confianza en el sector. Mientras tanto, las empresas turísticas preparan a puertas cerradas sus estrategias para el regreso, puesto que saben que cuando la crisis pase, las personas acabarán con sus encierros y volverán a ver el mundo.[/vc_column_text][vc_column_text]Ahora bien, las organizaciones dedicadas a acaparar propiedades con fines de arrendar, como grandes operadores de plazas comerciales, fondos de inversión y particulares con altos grados de liquidez, probablemente capitalizarán los riesgos particulares de invertir en el ladrillo. Ocurre que los efectos económicos globales de la pandemia serán pruebas de fuerza mayor para grandes empresas consideradas con buenos inquilinos, ocupantes de algunos de los locales comerciales mejor ubicados de Santo Domingo, Santiago de los Caballeros y Punta Cana.
Ni hablar del alquiler estacional de villas por medio de Airbnb o agencias de tiempo compartido, como otro daño colateral de la baja turística. Ante esta realidad, el capital foráneo canalizado en las bienes raíces locales estaría revisando sus apuestas. Es que el flujo de inversiones foráneas canalizado hacia la inmobiliaria en la década pasada se parece al impulso del turismo.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_single_image image=»42102″ img_size=»full»][vc_row_inner][vc_column_inner][vc_column_text]Aún está por verse la baja en los ingresos hoteleros del territorio dominicano, pero es evidente el impacto negativo que el encierro tiene sobre la industria sin chimeneas.
A raíz de esto, 2020 será de retos para los capitales extranjeros ascendentes a US$4,911.2 millones que se han instalado en el turismo local desde enero de 2010 hasta diciembre de 2019. “La OMT insta al sector y a los viajeros a hacer frente a este desafío con sentido común y medidas proporcionales. El turismo es en la actualidad[/vc_column_text][vc_column_text]
Sobre los bloques del sector inmobiliario dominicano se ha sustentado la captación de capitales foráneos cuyo portafolio de inversiones se refugia en las bienes raíces. Las empresas enfocadas en construir para vender, como es habitual en la modalidad de la vivienda de lujo, agotaron gran parte de su inventario en diciembre, temporada alta para el intercambio de bienes raíces.[/vc_column_text][/vc_column_inner][/vc_row_inner][vc_column_text]Los capitales globales fijaron la mira en República Dominicana para instalar US$3,722.1 millones en bienes raíces, y aunque gran parte de los activos cambiaron de manos por medio de transacciones cotidianas, la coyuntura que caracterizará al resto del año 2020 tendrá impacto en el flujo de efectivo característico de las propiedades inmuebles.[/vc_column_text][vc_column_text]
Con el cierre de fronteras, grandes mercados han contado con sus estructuras productivas locales, lo que deja de lado, en parte, a las industrias de zonas francas, que por lo general desarrollan bienes y/o servicios en zonas de menores costos marginales, para luego exportarlos a contextos comerciales con mayor demanda agregada. Entre 2010 y 2019, una suma de US$1,956 millones han captado las zonas francas en materia de inversión extranjera.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_column_text]Suscríbete a la revista y regístrate a nuestros newsletters para recibir el mejor contenido en tu buzón de entrada.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]
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