El aumento de la inflación es uno de los más grandes retos que enfrenta el mundo este año. Según indica el Banco Mundial en su más reciente informe sobre las Perspectivas económicas mundiales, este factor afecta particularmente a los trabajadores de bajos ingresos, mientras que limita la política monetaria.
A nivel mundial y en las economías avanzadas, la inflación ha alcanzado las tasas más altas desde 2008. En los mercados emergentes y en desarrollo, ha llegado a la tasa más alta desde 2011. En consecuencia, para contener las presiones inflacionarias, muchas economías emergentes y en desarrollo han retirado las medidas de apoyo mucho antes de que se complete la recuperación.
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A nivel mundial, la #Inflación está alcanzando sus niveles más altos en al menos una década. Esto está llevando a algunos países a retirar el apoyo monetario para contener las presiones inflacionarias – mucho antes de que se complete la recuperación ⏬ #WBGEP2022
— Banco Mundial (@BancoMundial) January 24, 2022
Debido al repunte de casos positivos por covid-19 a finales del año anterior, la economía mundial entra en una desaceleración, justo en medio de la aparición de nuevas variantes, el aumento de la inflación, la deuda y la desigualdad de ingresos. Esto podría poner en peligro la recuperación de las economías emergentes y en desarrollo.
Pues hasta que se normalice la situación de pandemia, como lo tiene la Organización Mundial de la Salud (OMS) planteado a partir de febrero, la actividad económica en el corto plazo continuará siendo afectada. Asimismo, la marcada desaceleración de las principales potencias mundiales pesará sobre la demanda externa en las economías emergentes y en desarrollo.
«Para lograr que un mayor número de países se encamine hacia un crecimiento favorable, se requiere la acción internacional concertada y un conjunto integral de respuestas de política en el nivel nacional», afirma David Malpass, presidente del BM
En un momento en que los gobiernos de muchos países en desarrollo carecen de espacio macroeconómico para apoyar la actividad si fuera necesario, los nuevos brotes de SARS‑CoV-2, la persistencia de las presiones inflacionarias y de los cuellos de botella en las cadenas de suministro, así como la elevada vulnerabilidad financiera en numerosas partes del mundo, podrían aumentar el riesgo de un aterrizaje brusco.
La desaceleración coincidirá con la ampliación de la divergencia entre las tasas de crecimiento de las economías avanzadas y las de las emergentes y en desarrollo. Se espera que:
Es esperado que su crecimiento disminuya del 5% en 2021 al 3,8% en 2022 y al 2,3% en 2023, un ritmo que, si bien más lento, será suficiente para restablecer las tendencias previas a la pandemia en la producción y la inversión.
En cambio, de estas se espera que el crecimiento caiga del 6,3% en 2021 al 4,6% en 2022 y al 4,4% en 2023. Para ese año, las economías avanzadas habrán logrado recuperar por completo su producción; no obstante, en las emergentes y en desarrollo, esta se mantendrá un 4% por debajo de la tendencia anterior a la pandemia.
El revés será aún mayor: la producción de las economías frágiles y afectadas por conflictos se ubicará un 7,5% por debajo de la tendencia previa a la pandemia, y la de los pequeños Estados insulares será un 8,5% más baja.
(Con información del Banco Mundial/pfm)
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